Libros

martes, 27 de diciembre de 2011

Capítulo 14

A lo lejos se oía la voz de algún vendedor de lotería. La palabras traídas por el viento se clavaban como agujas en los oídos de Verónica. Llevaba gafas oscuras, tras ellas los ojos medio cerrados sobre una marcadas y profundas ojeras purpuras. Se había arreglado perfectamente en un vano intento de maquillar su horrible aspecto. Llevaba varias noches sin dormir. Caminaba rápidamente calle abajo. Quería llegar a casa y dormir, pero sabía que no pasaría. Cada vez que cerraba los ojos recordaba a Roque. Ahora todo tenía mucho más sentido. Pasó por delante de un quiosco, no quiso mirar pero no pudo evitar verlo. Quique había hecho un magnifico trabajo. Primera plan “Mierda Roque” Retrocedió hasta el quiosco. Cogió el periódico casi con cuidado y observó las imágenes. El periodista tampoco se había quedado corto “Conductor borracho causa en accidente múltiple habría sido más que suficiente” pensó. Pero no, el periodista había dado miles y miles de detalles sobre el accidente múltiple que había causado Roque y para acabar, Quique había hecho las mejores fotografiás de toda su carrera. Casi parecía que el chico estuviera a si altura. “Mierda Roque” Dejó el periódico sobre los demás y siguió andando. Estaba cansada del hospital, del hospital y de que tanto médicos, enfermeras y enfermos la mirasen mal si tosía. Estaba harta del lloriqueo de la novia, del color de las paredes, de no poder fumar, de la respiración de Roque y de la suya propia. Estaba de muy mal humor. Se tumbó en el sofá, el gato se acercó pero ella sacudió una pierna y este bufó antes de irse. -Si, si, lo que tu digas pero vete a hacer puñetas...-le dijo al animal mientras se quitaba las gafas. Cerró los ojos un segundo y fue suficiente para ver la sonrisa débil del Roque y escuchar como decía.
 -Lo siento...Rubia...pero esta ha sido mejor que el nuestro. Se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas, volvió a sentir ganas de pegarle y de decirle lo estúpido que era y gritarle que ya era mayorcito como para conducir borracho. Respiró hondo y miró el reloj una vez más. Por lo menos tendría alguien con quien entretenerse esa noche. Suspiró, pensó en llamar a Diego. Tal vez se hubiese perdido, no era tan fácil llegar a su piso. Decidió recoger un poco, casi una hora después sonó el teléfono. Estaba demasiado cansada para correr y cogerlo pero lo habría hecho. Se asomó a la ventana, en la calle había un coche rojo, pequeño. No podía haber escogido un día peor para venir. Pero Rebeca quiso hacer las cosas rápido. Todo parecía estar en su contra. Suspiró y abrió la puerta, se forzó a sonreír. Diego llevaba poco equipaje, tan solo para un par de días, lo que le debía estar en Madrid. Entró en la casa sonriente. Estaba muy feliz pero se obligó a ocultarlo al ver el mal aspecto de Verónica. Ella le saludó y le enseño donde dormiría. El piso era pequeño, de dos habitaciones. Una de Verónica y la otra era una mezcla entre biblioteca, estudio, gimnasio y habitación de invitados, más grande que la primera.
 -Creo que Rebeca pretende verte mañana, de repente tiene prisa. Me ha comentado que necesita un ingeniero. Nos ha surgido un inconveniente pero no parece importarle.- dijo ella con cierto rencor. Estaba molesta con Rebeca, no se había pasado en ningún momento por el hospital, ni siquiera había llamado. Sin embargo, Diego veía en la misteriosa Rebeca poco menos que un dios salvador.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Hola, ¿cómo estás?

Mi hermana quiere una Monster High así que hemos ido a buscarla al Corte Inglés. La sección de juguetes de ese Corte Inglés en especial es bastante pequeña y tiene estanterías bajitas llenas de cajitas rosas. Yo, desempeñando el papel de buena hermana, me ofrecí a buscar la muñeca por esa zona. Cuatro metros tenía que recorrer, la sala prácticamente en silencio (excepto por unos abuelos enseñándole a una niña un peluche de Hello Kitty muy emocionados). Rosa a un lado, rosa al otro.
-Hola, ¿cómo estás?- una muñeca me acababa de hablar. Vaya susto. Me quede clavada en el sitio, con mi cara de horror mirando hacía la muñeca que seguía hablando. Una muñeca que habla, sin que la toques ni nada. Tenía sensor o algo por el estilo. Un furby con vestido rosa. HORRIBLE.
A mi padre le pareció tremendamente gracioso, claro que él iba detrás de mi y vio mi reacción. Patética como todas.

Pero sinceramente, ¿a quién se le ocurre? Pongámonos en situación:
Noche cerrada, sales de la cama porque tienes sed y vas hasta la cocina. La casa está a oscuras y en silencio. Tanteas la pared del pasillo porque no se ve nada de nada.
-Hola, ¿cómo estás?
Infarto. Encantada de haberte conocido.

Espero que mi hermana no se encapriche con ella, toda la familia se pudo reir un rato y espero que ella no quiera divertirse más a mi costa.