Libros

domingo, 16 de septiembre de 2012

Hola otra vez, me acabo de acordar de algo que hice algún tiempo con idea de poner por aquí y como esa era la intención pues lo voy a hacer. 
AVISO: Es algo escrito en un momento muy ñoño, me da un poco de vergüenza, pero es algo que sentía en el momento en el que lo estaba escribiendo. 


Aeropuerto de Nashville. 12.99 dólares. Un billete de 10 y otro de 5. Levanto la mirada y el desconocido que me sonríe al otro lado del mostrador es igual al que ha sido mi hermano durante las últimas 4 semanas. ¿Qué me pasa? ¿Por qué lloro? No se parece, tiene los ojos más oscuros y está más gordo, tal vez sea la sonrisa nerviosa. No me voy a quedar a averiguarlo, me siento imbécil. Suficiente, respira.  Escribo un mail a mi familia pero no lo envío.
Ahora estoy sentada en el segundo avión, destino Madrid. Me acabo de pintar las uñas de un color quizá demasiado llamativo para mí.
-Ahora os pintáis las uñas con uno de mis “pitauñas” para que os acordéis de mi.
Casi no puedo escribir con las turbulencias. Fuera solo se ve la Luna y su reflejo en el ala.
-Bea, ¿es normal que el ala parezca una gelatina?- me pregunta Jorge.
-Antes de despegar sí.
Pero mientras el avión despega y el ala hace su función correctamente todo en lo que puedo pensar es “NO NO NO”
-You have to promise and you have to mean it.-me dijo Lisa.
-I promise I’m coming back and I promise and swear I mean it.
Fever empieza a sonar en el Ipod, ayer noche baile esto en Cenntenial Park. Solo puedo pensar en eso. Mi mente va a mil, todo surge. Estoy muy lúcida, demasiado tal vez.  Una recuerda TODO lo que ha pasado y la otra hace cálculos: ahorrar, volver. Volver ¿Cuándo? Cuanto antes. Volver.
Una vieja se indigna en la película. No puedo dejar de escribir. Casi no entiendo mi letra, la descifrare, lo pasare a limpio y lo imprimiré. Lo guardaré con la tarjeta de Lisa. No puedo no volver. No puedo perder el contacto. Solo 4 semanas, lo sé. Vaya 4 semanas.
Volver.
Me acabo de dar cuenta de que llevo la biblia que me regalaron en la mochila. Y dentro la tarjeta, creo. La saco por puro masoquismo. Al volver del baile había comida para el vuelo, un sobre y una cajita sobre mi cama. Primero la caja, una pulsera y una carta. La pulsera había sido de Lisa durante 10 años, la tarjeta era la más antigua de su colección.
“I’ll count the days until you return” Me lo sé de memoria, no lo veo por las lágrimas
La película de la vieja indignada es la que Lisa quería ver. Van a servir la cena y yo llorando. Isabel se sienta a mi lado de una manera muy extraña, ¿se habrá dado cuenta de que lloro? ¿Cuándo van a apagar las luces?
El domingo pasado, después de la iglesia Cody me dijo algo como
-I would have loved to be an Exchange student but I don’t like the idea of going somewhere, falling in love with that place and then return home.
Le dije que merecía la pena.   
-…and you can always return.
Sin embargo nunca me había pasado algo así. En California vino mi familia a buscarme. En Vancouver me “enamore” de la ciudad, de la familia y de un chico (como no) pero al irme no lo pase tan mal, para nada.
Este año ha sido la primera vez que he dicho, vuelvo. Y no se lo digo a la familia ni me lo digo a mi misma. Vuelvo.
Tan pronto como la costa aparece bajo nosotros Jorge dice:
-Volvemos a nuestra amada patria, España.
Vuelvo pero no a una amada patria, no, ni de lejos.  

Nashville'12



El estadio de Vanderbilt, una universidad. 

Detalle de Belmont Mansion. 

Detalle del brazo de acceso de la plataforma de lanzamiento(réplica). En el Marshall Space Flight Center, Hunstvile. 
Wild Horse Saloon. 

Universidad de Trevecca.

martes, 11 de septiembre de 2012



Dentro de poco (probablemente este fin de semana) subiré los pocos dibujos que hice en Nashville y alguna otra cosa que he hecho durante el verano. Hasta entonces os dejo este dibujo, la mujer es mi abuela y el niño mi padre. Espero que os guste.