AVISO: Es algo escrito en un momento muy ñoño, me da un poco de vergüenza, pero es algo que sentía en el momento en el que lo estaba escribiendo.
Aeropuerto de Nashville. 12.99 dólares. Un billete de 10
y otro de 5. Levanto la mirada y el desconocido que me sonríe al otro lado del
mostrador es igual al que ha sido mi hermano durante las últimas 4 semanas.
¿Qué me pasa? ¿Por qué lloro? No se parece, tiene los ojos más oscuros y está más
gordo, tal vez sea la sonrisa nerviosa. No me voy a quedar a averiguarlo, me
siento imbécil. Suficiente, respira.
Escribo un mail a mi familia pero no lo envío.
Ahora estoy sentada en el segundo avión, destino Madrid.
Me acabo de pintar las uñas de un color quizá demasiado llamativo para mí.
-Ahora os pintáis las uñas con uno de mis “pitauñas” para
que os acordéis de mi.
Casi no puedo escribir con las turbulencias. Fuera solo
se ve la Luna y su reflejo en el ala.
-Bea, ¿es normal que el ala parezca una gelatina?- me
pregunta Jorge.
-Antes de despegar sí.
Pero mientras el avión despega y el ala hace su función
correctamente todo en lo que puedo pensar es “NO NO NO”
-You
have to promise and you have to mean it.-me dijo Lisa.
-I
promise I’m coming back and I promise and swear I mean it.
Fever empieza a sonar en el Ipod, ayer noche baile esto
en Cenntenial Park. Solo puedo pensar en eso. Mi mente va a mil, todo surge.
Estoy muy lúcida, demasiado tal vez. Una
recuerda TODO lo que ha pasado y la otra hace cálculos: ahorrar, volver. Volver
¿Cuándo? Cuanto antes. Volver.
Una vieja se indigna en la película. No puedo dejar de
escribir. Casi no entiendo mi letra, la descifrare, lo pasare a limpio y lo
imprimiré. Lo guardaré con la tarjeta de Lisa. No puedo no volver. No puedo
perder el contacto. Solo 4 semanas, lo sé. Vaya 4 semanas.
Volver.
Me acabo de dar cuenta de que llevo la biblia que me
regalaron en la mochila. Y dentro la tarjeta, creo. La saco por puro
masoquismo. Al volver del baile había comida para el vuelo, un sobre y una
cajita sobre mi cama. Primero la caja, una pulsera y una carta. La pulsera
había sido de Lisa durante 10 años, la tarjeta era la más antigua de su
colección.
“I’ll count the days until you return” Me lo sé de
memoria, no lo veo por las lágrimas
La película de la vieja indignada es la que Lisa quería
ver. Van a servir la cena y yo llorando. Isabel se sienta a mi lado de una
manera muy extraña, ¿se habrá dado cuenta de que lloro? ¿Cuándo van a apagar
las luces?
El domingo pasado, después de la iglesia Cody me dijo
algo como
-I would
have loved to be an Exchange student but I don’t like the idea of going
somewhere, falling in love with that place and then return home.
Le dije que merecía la pena.
-…and you can always return.
Sin embargo nunca me había pasado algo así. En California
vino mi familia a buscarme. En Vancouver me “enamore” de la ciudad, de la
familia y de un chico (como no) pero al irme no lo pase tan mal, para nada.
Este año ha sido la primera vez que he dicho, vuelvo. Y
no se lo digo a la familia ni me lo digo a mi misma. Vuelvo.
Tan pronto como la costa aparece bajo nosotros Jorge
dice:
-Volvemos a nuestra amada patria, España.
Vuelvo pero no a una amada patria, no, ni de lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario