Libros

martes, 27 de diciembre de 2011

Capítulo 14

A lo lejos se oía la voz de algún vendedor de lotería. La palabras traídas por el viento se clavaban como agujas en los oídos de Verónica. Llevaba gafas oscuras, tras ellas los ojos medio cerrados sobre una marcadas y profundas ojeras purpuras. Se había arreglado perfectamente en un vano intento de maquillar su horrible aspecto. Llevaba varias noches sin dormir. Caminaba rápidamente calle abajo. Quería llegar a casa y dormir, pero sabía que no pasaría. Cada vez que cerraba los ojos recordaba a Roque. Ahora todo tenía mucho más sentido. Pasó por delante de un quiosco, no quiso mirar pero no pudo evitar verlo. Quique había hecho un magnifico trabajo. Primera plan “Mierda Roque” Retrocedió hasta el quiosco. Cogió el periódico casi con cuidado y observó las imágenes. El periodista tampoco se había quedado corto “Conductor borracho causa en accidente múltiple habría sido más que suficiente” pensó. Pero no, el periodista había dado miles y miles de detalles sobre el accidente múltiple que había causado Roque y para acabar, Quique había hecho las mejores fotografiás de toda su carrera. Casi parecía que el chico estuviera a si altura. “Mierda Roque” Dejó el periódico sobre los demás y siguió andando. Estaba cansada del hospital, del hospital y de que tanto médicos, enfermeras y enfermos la mirasen mal si tosía. Estaba harta del lloriqueo de la novia, del color de las paredes, de no poder fumar, de la respiración de Roque y de la suya propia. Estaba de muy mal humor. Se tumbó en el sofá, el gato se acercó pero ella sacudió una pierna y este bufó antes de irse. -Si, si, lo que tu digas pero vete a hacer puñetas...-le dijo al animal mientras se quitaba las gafas. Cerró los ojos un segundo y fue suficiente para ver la sonrisa débil del Roque y escuchar como decía.
 -Lo siento...Rubia...pero esta ha sido mejor que el nuestro. Se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas, volvió a sentir ganas de pegarle y de decirle lo estúpido que era y gritarle que ya era mayorcito como para conducir borracho. Respiró hondo y miró el reloj una vez más. Por lo menos tendría alguien con quien entretenerse esa noche. Suspiró, pensó en llamar a Diego. Tal vez se hubiese perdido, no era tan fácil llegar a su piso. Decidió recoger un poco, casi una hora después sonó el teléfono. Estaba demasiado cansada para correr y cogerlo pero lo habría hecho. Se asomó a la ventana, en la calle había un coche rojo, pequeño. No podía haber escogido un día peor para venir. Pero Rebeca quiso hacer las cosas rápido. Todo parecía estar en su contra. Suspiró y abrió la puerta, se forzó a sonreír. Diego llevaba poco equipaje, tan solo para un par de días, lo que le debía estar en Madrid. Entró en la casa sonriente. Estaba muy feliz pero se obligó a ocultarlo al ver el mal aspecto de Verónica. Ella le saludó y le enseño donde dormiría. El piso era pequeño, de dos habitaciones. Una de Verónica y la otra era una mezcla entre biblioteca, estudio, gimnasio y habitación de invitados, más grande que la primera.
 -Creo que Rebeca pretende verte mañana, de repente tiene prisa. Me ha comentado que necesita un ingeniero. Nos ha surgido un inconveniente pero no parece importarle.- dijo ella con cierto rencor. Estaba molesta con Rebeca, no se había pasado en ningún momento por el hospital, ni siquiera había llamado. Sin embargo, Diego veía en la misteriosa Rebeca poco menos que un dios salvador.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Hola, ¿cómo estás?

Mi hermana quiere una Monster High así que hemos ido a buscarla al Corte Inglés. La sección de juguetes de ese Corte Inglés en especial es bastante pequeña y tiene estanterías bajitas llenas de cajitas rosas. Yo, desempeñando el papel de buena hermana, me ofrecí a buscar la muñeca por esa zona. Cuatro metros tenía que recorrer, la sala prácticamente en silencio (excepto por unos abuelos enseñándole a una niña un peluche de Hello Kitty muy emocionados). Rosa a un lado, rosa al otro.
-Hola, ¿cómo estás?- una muñeca me acababa de hablar. Vaya susto. Me quede clavada en el sitio, con mi cara de horror mirando hacía la muñeca que seguía hablando. Una muñeca que habla, sin que la toques ni nada. Tenía sensor o algo por el estilo. Un furby con vestido rosa. HORRIBLE.
A mi padre le pareció tremendamente gracioso, claro que él iba detrás de mi y vio mi reacción. Patética como todas.

Pero sinceramente, ¿a quién se le ocurre? Pongámonos en situación:
Noche cerrada, sales de la cama porque tienes sed y vas hasta la cocina. La casa está a oscuras y en silencio. Tanteas la pared del pasillo porque no se ve nada de nada.
-Hola, ¿cómo estás?
Infarto. Encantada de haberte conocido.

Espero que mi hermana no se encapriche con ella, toda la familia se pudo reir un rato y espero que ella no quiera divertirse más a mi costa.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Hallo!

Buenas desde Alemania :)
Llevo unos días por aquí en un pueblo a tiro de piedra de una central núclear, de la cual tengo una vista preciosa desde mi habitación. Ahora mismo estoy en la cocina, he dormido hasta las doce, he desayunado y estoy esperando a que salga la pizza del horno para comer mientras le racaneo el ordenador a mi estudiante de intercambio.
Por algo que ya contaré no tengo internet y solo puedo racanear el ordenador de vez en cuando pero tengo preparados unos resumenes de mi día a día que pondre al volver a Madrid. Paciencia por favor.
Bis bald, Bea.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Insultar

He de reconocer que no soy la mejor a la hora de responder ante un insulto, porque me atasco. Tampoco es que tenga mucha facilidad para insultar sin pensarlo por lo que intento evitar una situación en la que pueda verme paralizada por lentitud al buscar palabras malsonantes o hirientes. Mi madre siempre me dice que no hay mejor ofensa que la buena educación y me parece bastante lógico. Pero no quería hablar de eso. Hace poco tiempo me llegó un insulto vía Facebook, de una persona con la que no tenía relación desde hace casí un mes. Desconozco la razón.

Describiré la situación:
Abro el Facebook y sorprendida veo que tengo un mensaje. Cosa rara, es bien sabido lo poco que uso el Facebook. Abro el mensaje y me encuentro un parrafo lleno de exclamaciones y mayusculas. Empiezo a leer. Mi primera reacción fue asombro: ¿Pero esto qué es? Más tarde indignación: ¿Cómo se atreve?¿Con qué derecho? Y entonces llega la mejor parte:
"Eres peor cn una puta culo fcil nalgas guangas.." (Tal cual venía en el mensaje)
NALGAS GUANGAS( permitidme que lo ponga en mayusculas, se lo merece) Reacción ante semejante "eso" una carcajada. ¿qué esperaba? ¿qué me echase a llorar? A lo mejor para él tiene algún sentido pero sinceramente no puedo negar que me hizo mucha gracia.
Sigo con el insulto:
"Putaaaa?? Putisiiimaaaa!!!!! ;);) oh si"
Bien...vale...de acuerdo...¿Qué? No me he enterado, lo he leido varias veces y solo llego a la conclusión de que el pobre es bipolar o que habla solo o...o que...no sé...Sinceramente tampoco se muy bien como tomarmelo. Pero ante la presunta bipolaridad del individuo decidí no indagar en el asunto. Quien sabe, puede que ahora este teniendo una lucha interna sobre si quiere a su novia, o manteniendo una conversación consigo mismo para decidir si debe o no echar mostaza a su comida.
Aquí dejo la preciosa y elaborada composición, que lo disfrutéis:
"Pinche zorra pendeja pinche puta! Eres peor cn una puta culo fcil nalgas guangas.. Pinche perra puta!!! Chingas a tu madre!"
"Putaaaa?? Putisiiimaaaa!!!!! ;);) oh si"(pasaron dos días desde la primera parte hasta la segunda y varios días hasta que yo me di cuenta)
Digo yo que si tienes tiempo entre un mensaje y otro y nadie te urge a responder podías por lo menos fijarte en poner todas las letras, me parece lo mínimo. Pero claro, también puedes hacer de tu "insulto" una bonita composición que sea divertida y no hiriente. Tal vez empezó con la idea de insultar y luego decidió que no. No sé.

Capítulo 13.

-Vaya, Verónica, me has decepcionado. Si algo me gustaba de ti era que nunca me pedías nada.
-¡Oh venga ya! Solo te pido una cosa. Además, para lo que me queda.- respondió Verónica.
-¿Qué? ¿Te queda de qué?
-¡Nada! Es...una....manera de hablar...si...Una frase hecha...¡Solo quiero que le eches un vistazo!¡Qué le des una oportunidad!- dijo Verónica apresurándose a volver al tema inicial.
-Sabes muy bien que echarle un vistazo y darle una oportunidad son cosas muy distintas...Veré lo que puedo hacer...-dijo Rebeca, pese a que en lo relacionado con contratar a gente podía hacer lo que le viniera en gana.- Me has dicho que es ingeniero ¿verdad? Y me has mandado el currículo, vale...bueno, te mandaré algo cuando lo vea. Por cierto, ¿Cuándo vuelves?
-¿Verónica Marselle? Ya puede pasar. Por aquí, por favor.- dijo una enfermera.
-Hm...No estoy segura, cuanto antes a partir de mañana. Ya hablaremos, gracias por lo de Diego.-Y colgó.
“¿Diego?” Pensó Rebeca. “Debe de ser el ingeniero” Se recostó en su asiento y comenzó a jugar con un mechero.
Verónica entró en la consulta pero no se sentó. El doctor estaba detrás de la mesa, con los codos clavados en ella y con las manos juntas contra la frente. Parecía preocupado. Ella se mantuvo en silencio durante un momento hasta que él reaccionó.
-Buenos días, perdona. Toma asiento...-pero al ver que Verónica no se movía añadió con tono áspero.- Si quieres. Seré breve. No tienes nada extraño, es muy normal en tu estado. Tampoco puedo hacer mucho, te daré un anti-inflamatorio y algo para la garganta pero no puedo darte mucho más. Lo siento mucho, Verónica... No puedo evitar sentirme culpable por todo lo que estás pasando.
-Tú no ti...- Verónica no sabía muy bien el porque de aquellas pero intentó defenderse.
-¡No!-respondió él levantándose de golpe-Puede que yo no, pero Roque si.... Él tiene la culpa de todo...¿Me lo vas a negar? No, no lo vas a hacer porque tengo razón. Me encantaría poder cambiarle, cambiarlo todo... Es un caso perdido... El muy imbécil...- Y se dejó caer con todo su peso sobre su silla. Tras un momento de silencio se irguió y comenzó a escribir las distintas recetas. Ella las cogió sin decir una palabra, todavía sorprendida por la escena y se fue. Cuando estaba en la puerta el volvió a pedirle perdón y ella volvió a no responder.
Verónica, volvió al coche, colocó la llave en el contacto y arrancó. A mitad e camino hacia Sangenjo, comida por la curiosidad, se paró en un arcén y cogió el teléfono.
Uno, dos, tres pitidos. Aquello era extraño. Roque era esa clase de persona que llevaba en su teléfono toda su vida y que siempre lo llevaba con él. Incluso en el baño, pensó Verónica. Siguió esperando. Podía estar ocupado, con alguna mujer, tal vez. Otros tres pitidos. Colgó y llamó a Rebeca. Tampoco contestó, antes de que se diera cuenta ya estaba escuchando el contestador automático pero aquello era normal. Sin embargo, lo de Roque no. Decidió no darle más vueltas, no serviría para nada.

viernes, 21 de octubre de 2011

El Muro.

El año pasado escribí una redacción para filosofía en la que defendía con fervor lo inútil que era mirar al pasado. Hoy no soy de la misma opinión. Por acontecimientos recientes me veo en la misma situación que hace dos años, tal vez un poco mejor, pero sin haber aprendido la lección al fin y al cabo.
Sinceramente no entiendo que me pasa. Me esfuerzo y no parece surtir efecto, la razón es obvia, no me esfuerzo lo suficiente. Tal vez estaba demasiado relajada, tal vez había olvidado la lección. Lo cierto es que no lo sé. He llegado a un momento en mi vida en el que todo depende única y exclusivamente de mi. Desgraciadamente para darme cuenta he tenido que estrellarme directamente contra el muro. Ahora, cuando tengo la sensación de que todo lo que queda de mi esfuerzo y, en parte, de mi misma no es más que un pequeño cúmulo de malas o poco acertadas decisiones no me queda otra que recomponerme y volver a empezar. ¿Por donde? Puede que deba replanteármelo todo, tal vez no sea un “Dios Dorado” como tanto me gusta pensar. O a lo mejor si. No lo sé. Con tantas malas decisiones como me avalan tengo “miedo” a que la siguiente también lo sea.
Hace un mes lo más cansado que podía hacer es moverme del sofá a la cama y ahora todo parece ser un esfuerzo titánico. Estoy cansada. Cada vez más café y menos tiempo. Harta.
No me gustaría volver al pasado, ni me gustaría dar un salto hacía el futuro, estoy donde me toca y tengo que aguantar como los demás. Pero parece imposible. Todo me parece demasiado largo y complicado, nunca estoy segura de qué hacer, de qué es importante y qué no, de qué me debería de afectar y qué no. ¡De nada! Tiendo a pensar que no estoy hecha para esto, que los números son demasiado y que no consigo entenderlos. Pero por muy bien que los entienda llega el momento de la verdad y ¡CLASH! De morros contra el muro, una y otra vez...Daría un brazo por lo contrario.
Se que puedo, que tengo capacidad. En el fondo de mi mente una voz engreída me dice que, efectivamente, soy un “Dios Dorado” que puedo con todo y que si estoy como estoy es por mi propia estupidez. Nada es suficientemente fuerte como para derrotarme por completo. Se que resurgiré como hago siempre, que si consigo aclararme podré demostrar todo lo que valgo. Para algo he leído tantos cómics. Todos esos cómics e historias de héroes que provienen de la más terrible situación y crecen y crecen hasta convertirse en el astro más brillante del firmamento. Ni por asomo quiero eso, solo quiero llegar a donde debería estar. Una meta y cumplirla. No parece tan difícil ¿no? Una vez más no lo sé. No sería la primera vez que me pongo una meta y la cumplo durante las primeras semanas, con resultados brillantes, hasta que me doy cuenta de que también la puedo cumplir con resultados no tan brillantes. Y de ahí al muro. Siempre presente. El muro puede ser algo que yo misma me impongo, algo que yo sola he creado, pero sinceramente, me da miedo. El miedo es bueno si es moderado, tiene una función. Probablemente el pasado también. Probablemente no sea algo que simplemente no se va a repetir sino una componente esencial del futuro. No lo sé. Intento mantener presente aquello en lo que quiero convertirme, pero no lo tengo muy claro. Tal vez ese sea el problema, no sé a donde voy o que quiero. Solo sé que el todopoderoso muro está siempre en medio.
¡PERO SE ACABÓ! Aunque me cueste mi vida esta vez va a ser distinta, tengo poco tiempo pero tiempo al fin y al cabo. Podría ser peor tanto la situación como yo. Así que se acabó el “cachondeo” tengo que empezar a aprender de los que me rodean, un poco de seriedad nunca viene mal.

jueves, 6 de octubre de 2011

Capítulo 12

Había sangre en la almohada con la que había intentado ahogar el sonido de su tos para que Diego no se despertara. Eran las 6 y media de la mañana. Verónica iría al médico y después podría volverse a Madrid y alejarse de esa maldita humedad.
“Y de él” pensó con cierto pesar.
Diego la había seguido después de que ella hubiese huido de Raquel y el pobre niño.
Verónica se recostó en la cama, aquello era incomodisimo. Se levantó llevándose la almohada consigo, se duchó y lavó la funda de la almohada. Si se quedaba allí acabaría por volverse loca.

Su forma de andar era orgullosa, siempre lo había sido. Andaba con la cabeza erguida. Uno de sus brazos colgaba gracilmente en su costado y el otro se mantenía doblado, firme, a la altura de su pecho, sujetando el cigarrillo. Sus pasos eran acompasados. No se contoneaba al caminar, no lo necesitaba.
-Buenos días, ¿Podría hablar con Raquel?
El camarero miró a Verónica de arriba a abajo:
-¡Hey! Raquel, quieren verte ahí fuera.-gritó.
-¿Quién es?- se escuchó la voz de Raquel acercándose.
-Una rubia de bote.-respondió el camarero sin apartar los ojos de Verónica.
La sombra de Verónica se dibujó en los ojos de Raquel pero en seguida fue sustituida por una sonrisa de autosuficiencia. Raquel salió y se apoyó en el marco de la puerta, con un montón de cubiertos en la mano.
-Bonito uniforme.-comentó Verónica repasando a su hermana.
-Gracias.- respondió Raquel quien parecía inusualmente serena. Se sentía confiada, segura por su victoria rotunda de la noche anterior. - ¿Qué tal has dormido? ¿Has podido o han vuelto las pesadillas?
-Bien pese a que tenía compañía, poco pero bien.
-¿Compañía?-Raquel no quiso preguntar eso, pero cuando se dio cuenta ya lo había hecho. Verónica sonrió pícaramente mientras encendía un cigarrillo.-¿Con que querías ofrecerle trabajo? Eres una autentica puta.
-¡Mira quien habla! Te recuerdo que ayer te aprovechaste de un niño con tal de atacarme. ¿Mereció la pena? ¿Qué le dijiste a sus padres? Diego me ha contado que nunca dedicas tiempo a ese niño.
-Diego no tiene ni idea de mi vida y tu no deberías jugar con él.
Raquel había ido alzando la voz conforme hablaba pero Verónica lo mantenía.
-Nadie juega con nadie. Esto no es un juego.- respondió Verónica con voz tajante.
-¿Y si lo fuera?
-¡Si lo fuera ganaría como siempre he hecho!
-¡Eso no es verdad!-Gritó Raquel.
-¡Claro que lo es!- respondió Verónica también gritando.- ¡Ganaría igual que he ganado siempre! Aunque me muriese ahora mismo mi vida habría sido más exitosa y mucho más plena que la tuya. Da igual de cuantos niños enfermos te aproveches. Da igual cuanto lo planees, porque estaba planeado. Oh si! ¡Estaba planeado! Sabías lo que ibas a decir y sabías que habría alguien lo suficientemente importante para mi como para que me preocupase lo que pensase.- Guardó silencio y tomo aire.- De todas maneras, no pienso perder el tiempo contigo.
Verónica observó a su hermana con desprecio durante un momento. Después se dio la vuelta, despacio, cruzo la calle, despacio, subió al coche, arrancó y maniobró despacio. Volvió a mirar a su hermana con desprecio y después acerleró para irse acompañada del estruendo del motor.
Raquel se quedó allí, despacio, levantó los cubiertos sobre su cabeza. Un sordo gemido surgió de su garganta, después, un grito. Con rabia y furia los lanzó al suelo. Mantuvo la vista en ellos durante un segundo, con los ojos llenos de lágrimas de ira.
-Tal vez el concepto que tienes de vida plena no es el correcto.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 11.

La ventana estaba abierta, justo delante de esta estaba un sofá y acurrucada en este Verónica. A su derecha el mar, a través de la ventana, a su izquierda un cenicero rebosante de colillas y cenizas, muy cerca de este, la mano de Verónica, descolgada del sofá sobre los restos de un último cigarrillo que se había consumido en el suelo. Verónica se había apalancado allí para descansar sus muchos dolores y nauseas. Se encontraba tan mal que se había planteado no ir a tomar un café con Diego. Se había quedado dormida.
El teléfono sonó, ella se removió en el sofá mientras lo buscaba. Respondió con su acostumbrada presentación entre bostezos y gruñidos.
-¡Verónica! ¿Se puede saber donde estas? Llevo esperando más de 20 minutos…-la voz alterada de Diego despertó completamente a Verónica. Colgó, se levantó y recogió rápidamente su bolso y sus zapatos. En el ascensor se recogió el pelo. En el coche se arregló la ropa. Llegó al sitio con un retraso de casi media hora. Aparcó, pero no se bajó del coche, Raquel estaba allí. Maldijo por lo bajo, conociendo a Diego seguro que Raquel ya sabia todo sobre su visita. Se pellizcó las mejillas mientras salía del coche.
-Siento el retraso.- no pretendía dar excusas frente a su hermana.
-¡Hola!- saludó Raquel muy sonriente.- Pues no entiendo por que me decías que tenía mal aspecto, yo la veo bien.-dijo dando cuna palmada en el hombro a Diego, quien estaba sentado entre las dos hermanas, alzadas orgullosas.- Diego, me ha dicho que le vas a ayudar a encontrar un trabajo mejor. Me alegra que ayudes a los que lo pasamos mal.
- Ayudo a quien lo necesita y a quien lo merece. A esos que se han esforzado y se han sacado una carrera digna y que acabaron el colegio pero que ahora padecen.
Raquel se mordió el labio inferior, nunca había tenido la destreza necesaria para defenderse de la lengua afilada de su hermana. Sin embargo, sonrió al ver que Verónica había puesto su próximo movimiento en bandeja.
-Todos ayudamos cuando la gente nos necesita ¿verdad? Yo hoy ayudo cuidando a Marco, así sus padres pueden disfrutar de un día de tranquilidad.
Mientras decía esto hizo señales a un niño que jugaba por allí cerca. Este se acercó y Verónica pudo ver con horror los rasgos mongoloides en su rostro. Instintivamente retrocedió. Verónica miró a su alrededor, nerviosa y consciente de las miradas de los presentes fijas en su persona. Juntó los labios y esbozó una sonrisa forzada la cual creo una enorme sonrisa maliciosa y algo siniestra en los labios de Raquel. Esta última se regocijaba viendo como su plan funcionaba, solo quedaba rematar con aquellas palabras que hace tanto tiempo había preparado en su mente.
-Este niño me recuerda a Pablo González. ¿Qué habrá pasado de él? Hace tiempo que no viene a casa. No consigo recordar si ocurrió algo.¿ Tú te acuerdas?- Verónica taladró a su hermana con la mirada, claro que se acordaba, ambas se acordaban.- De todas formas, debió de pasar hace ya tanto tiempo que debería estar más que superado. ¿No crees?
-Claro,-respondió Verónica.- Más que superado. Muy muy superado.
Verónica se agachó juntó al niño, este sonrió y caminó hacía ella, muy contento. Verónica volvió a retroceder, tropezó con sus propios pies y perdió el equilibrio. Cayó con todo su peso hacía atrás, el golpe asustó al niño, este comenzó a gritar y a llorar. Verónica se levantó, horrorizada por un montón de recuerdos, escupió una disculpa y escapo de un niño inofensivo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Capítulo 10

Una semana después Verónica volvió a recorrer las carreteras de Galicia, esta vez con la capota puesta bajo la inminente lluvia otoñal. Fumaba y llevaba la ventanilla del conductor abierta, algo de agua entraba de vez en cuando. Tosía cada poco y tenía un terrible dolor de estomago. Por eso mismo estaba allí, de camino al medico.
Aparcó el coche, se bajó y cruzó rápidamente hasta la entrada.
-Tienes mal aspecto.- dijo el doctor sentado en su silla de cuero marrón, con sus gordos brazos sobre la mesa. Era un hombre de mediana estatura, ojos claros y poco peloque formaba una media luna con un extremo sobre cada una de sus rosadas y pequeñas orejas. Su piel estaba ligeramente bronceada.
-Gracias, igualmente. –Ladró Verónica de mala gana.
-Sabías que acabaría pasando- resopló el medico.- Te-lo-di-je.
-Mira, Miguel-dijo mirando en los ojos azules del hombre.- No pienso pagar la universidad de tus hijos, para eso te buscas a otro. Si he venido a tu clínica privada es porque es por confianza y porque Roque te recomendó. Pero no pienso someterme a ningún tratamiento ni aquí ni en ningún sitio así que echa un vistazo y dame algo.
-Un poco de respeto no te mataría, además no soy ningún tipo de camello.-refunfuñó el hombre.- Siéntate.- dijo señalando la camilla.
Tras un rápido examen volvió a hablar:
- No se qué quieres que haga por ti. No hay mucho que te pueda dar. Ni siquiera estoy seguro de que pasa, lo mejor va a ser hacerte un análisis para ver como estás de defensas. Tus defensas me preocupan porque…
Verónica giró la cabeza y observó la habitación, después miró el cristal y observó las gotas que se deslizaban por este. Sin escuchar al doctor.
-Haz el análisis.-dijo Verónica con voz entrecortada.

Verónica se sentó, cruzó las piernas y se acomodó como si fuese a fumar.
-Buenas tardes.- dijo el camarero. Se agachó junto a ella para recoger algo del suelo y luego comenzó a recoger lo que había en la mesa.
-Había intentado estar aquí el menor tiempo posible pero parece que me voy a tener que quedar un par de días.-tosió.- Disfrutando del clima.
-Sí,-respondió el camarero sin levantar la vista de la taza q estaba recogiendo.- podrá disfrutar de la lluvia hasta que el Sol empiece a molestar. – dijo eso como quien decía algo que había dicho un millón de veces, con tono monótono.
Verónica observó al hombre que estaba de pie a su lado. Era Diego, no cabía duda, parecía cansado, aburrido y una persona muy distinta a la que Verónica había conocido algún tiempo antes.
-Es lo que tiene vivir aquí.
-¿Qué le sirvo?- preguntó Diego mientras observaba su vieja y maltratada libreta.
Verónica se movió para asomarse por detrás de la libreta, sonriente. Con una ceja levantada y expresión desagradable Diego apartó la libreta y miró a Verónica, sin reconocerla. La observó durante un par de segundos, entonces sus ojos se iluminaron y una fugaz sonrisa apareció y desapareció de su rostro.
- ¡Pero bueno! Cuanto tiempo. ¿Qué tal todo? Vi una de tus fotos en el periódico la semana pasada.
Verónica esperó a que él acabase de hablar, tosió un par de veces y se aclaró la garganta.
-Bien…nada especial…¿y tú?
Diego notó esa omisión de información pero no le hizo caso. Se llevó una mano a la nuca y dijo:
- Pues…bien…aguantando…un poco harto…Daría mi brazo derecho por volver a trabajar de ingeniero. Sinceramente, no se si me merece la pena pasar por esto para lo que me pagan…
Verónica sonrió, sin saber que decir. Diego tomó su nota y volvió al cabo de uno par de minutos con un café y un par de churros.
-¡Hecho por un servidor! Lo cierto es que se agradece la visita de alguien un poco fuera de lo común. Espero que te siente bien, no tienes buen aspecto.
-Estoy…un poco resfriada.- dijo Verónica rápidamente. Él se dio la vuelta y cuando se iba a ir.
- ¡Oye! No me gusta hablar sin saber pero ¿Qué me dirías si yo te dijese que puede que yo consiga una entrevista para ti en un puesto ingeniero? Digamos que puedo hablar con alguien importante en una marca de coches.
-Te diría: ver para creer.
- Bueno, déjame intentarlo. Piénsalo trabajar de ingeniero de nuevo. Tengo las cartas para hacer la jugada...
Comenzó a toser y él le dio un par de palmaditas en la espalda.
- No me prometas el oro y el moro, por favor.
Se echó hacía atrás en la silla, con gesto orgulloso, moviendo la taza entre sus dedos y dijo:
-Tú dame una oportunidad, al fin y al cabo yo siempre hago las cosas mejor que Raquel.

martes, 30 de agosto de 2011

Capítulo 9

-Venga, acabemos con esto. Cuanto antes acabemos antes podré quitarme esta cosa.- dijo Verónica, sujetando su cámara con ambas manos. Llevaba puesto un grueso abrigo y una mascarilla para evitar entrar en contacto con las cenizas que flotaban a su alrededor.
-¿Por qué tanta prisa? Te pagan por esto, disfruta.-dijo alguien detrás de ella.
-Cuando Alfonso me llamó estaba en una especie de fiesta, perdona si me cuesta disfrutar de un bosque quemado y un montón de niños hambrientos.- respondió Verónica, estaba de muy mal humor, no había dormido en el vuelo y la mascarilla le irritaba la cara. Esquivó un cadáver chamuscado y se arrodilló para sacare una fotografía.
-¡No te quejes tanto! Llevo aquí dos semanas haciendo fotos a los desalojados y a pajarillos chamuscados. Pero cuando se pone interesante te mandan a ti y a mi me toca hacer de canguro. Siempre igual.
-oh, pobre Quique-respondió Verónica con marcado sarcasmo.
Quique era un chico joven, de unos 28 años que llevaba tiempo trabajando para la misma persona que Verónica. Era un chico bajito y delgado, bastante pequeño. Tenía los ojos oscuros y el pelo castaño muy corto.
-¡Lo peor no es eso!-exclamó indignado.-Lo peor es que…
-¿Acaso te crees que me impor…- se interrumpió, incapaz de seguir hablando. Comenzó a toser. Primero un par de veces, después otra y otra hasta que finalmente se dio un par de golpes en el pecho. Seguía tosiendo, violentamente, como si se hubiese atragantado. Intentó levantarse pero no pudo. Cayó de rodillas.
-¿estas bien? Mira arriba, eso siempre ayuda.
Verónica sabía que tenía razón pero no le hizo caso. Soltó la cámara y se llevó ambas manos a la boca. El peso de la cámara, colgada de su cuello hizo que se echase hacia delante hasta que su rostro quedo a varios centímetros del suelo. Notaba el conocido sabor salado en su boca conforme tosía esta se volvía mas intenso, cuanto más tosía menos aire era capaz de coger. Se arrancó la mascarilla y escupió toda la sangre que tenía en la boca. Comenzó a respirar hondo mientras observaba aquel líquido viscoso en el suelo. Se volvió a colocar la mascarilla y disimuladamente tapó la mancha con un poco de tierra.

-¿Alfonso? Hola, soy Quique...Bien…si…yo estoy bien pero no se si Verónica lo esta…El otro día cuando estuvimos con las fotos…si…son fantásticas…claro que las vi, yo las envíe… No… claro que hace su trabajo… De acuerdo, yo solo me preocupo por ella…Si…No intentaba sacar provecho de eso.
Quique estaba solo en la habitación que ambos compartían. No se sentía del todo bien por lo que estaba haciendo pero sabía que era mejor para ambos. Si aquello salía como había planeado Verónica se iría a casa y el obtendría la oportunidad que tanto tiempo llevaba esperando y saldría de la enorme sombra que proyectaba el nombre de Verónica. Pero no estaba saliendo como él lo había planeado. En vez de crear preocupación en Alfonso lo único que hizo fue enfadarle. Lo cierto era que Verónica cumplía con su trabajo y tenia mucho talento y eso mismo le estaba diciendo Alfonso en tono alterado mientras le acusaba de querer sacar partido de las debilidades de su compañera.

Alfonso, cómodamente sentado en su despacho en Madrid colgó el teléfono y se volvió hacia la ventana, marcó un número y esperó.
-¿Diga? – contestó Verónica de mala gana al otro lado del teléfono.
-¿Dónde queda eso de “Verónica Marselle ¿En que puedo ayudarle?”
- Hola Alfonso ¿Qué quieres?
-Nada en especial, saber como estabas.
-Estoy perfectamente, muerta de asco al otro lado del Atlántico porque un incendio ha quemado un bosque.
-Bien por lo que veo. De acuerdo, solo era eso. Adiós, querida.
Alfonso colgó sabiendo que Verónica ya lo había hecho.
"lo que me faltaba, fotógrafos celosos" pensó Alfonso

jueves, 11 de agosto de 2011

Capítulo 8

El Jeep blanco aparcó de manera un poco brusca frente a un árbol. La puerta del conductor se abrió y dos piernas ligeramente bronceadas se deslizaron hasta el suelo con un pequeño salto. Justo por debajo de las rodillas empezaba un vestido negro que se ajustaba a la perfección al cuerpo de la mujer rubia que lo vestía.
-¡Rubia!- exclamó un hombre perfectamente trajeado y pulcramente peinado.-Ciertamente dudaba que fueses a venir, tu mensaje fue un poco extraño. ¿Quieres algo de beber?
-Si, siento lo del mensaje, estaba haciendo el tonto...-se excusó Verónica.
El hombre se acercó y enseñó la casa a Verónica, dirigiéndola cuidadosamente con una mano en su cintura. Era Roque, uno de los más viejos amigos de Verónica, incluso más que Rebeca.
Roque y Verónica se conocían desde muy pequeños, las familias de ambos veraneaban en el mismo sitio, Roque había sido una de las pocas personas que había apoyado sus elecciones. Nunca la había dejado de lado y pese a que en ese momento estaba felizmente emparejado con otra mujer Roque siempre recordaba a Verónica como aquella chica de pelo castaño que tomaba fotografías de la playa de San Xenxo.
Un rato más tarde Verónica hablaba animadamente con un grupo de desconocidos. Todos habían dicho sus nombres pero Verónica los había olvidado, tampoco ellos recordaban el suyo.
-¡Mira quien está aquí! SaÍia que vendrías.-dio Rebeca, ataviada con un traje de chaqueta rojo adornado con pequeñas joyas negras. Verónica sonrió, tenÍa que reconocer que aquello sentaba bien. En ese momento aquellos dos días de soledad parecían años. Y no tenia años que perder, ni uno solo.
Se apartó javascript:void(0)un poco del grupo en el cual Rebeca era ahora el centro de atención y salió al amplio jardín, iluminado por pequeñas bombillas azules. Pensó en lo romántico que seria un paseo por aquel lugar con la persona adecuada y aquella luz tenue. Pero allí solo estaban ella, su sombra y la copa casi vacía. Sin embargo seguía siendo un bonito momento, algo melancólico. No duró mucho. Tras andar un par de minutos por el jardín la vibración de su móvil despejo cualquier melancolía del momento.

viernes, 5 de agosto de 2011

Capítulo 7

Verónica se apoyó en la ventana, mientras fumaba. Le gustaba observar a la gente que pasaba bajo su ventana, varios pisos más abajo. Escuchó el pitido de la cafetera, no le hizo caso. Tiberio se acercó y se sentó junto a ella. Escuchó el teléfono sonar dos veces, tampoco le hizo caso. Llevaba así un par de días, desde que se había despertado con aquel hombre y había ido a buscar ese coche que no estaba.
Había cortado relaciones con todo el mundo, solo había dos personas capaces de contactar con ella en aquel momento, una de ellas era su jefe. La otra era quien había llamado al telefono las dos veces para avisar. Pero Verónica no contestaba y ya era hora de que saliese de esa burbuja.
Rebeca se paró frente a la puerta azul del apartamento, sacó un enorme llavero y buscó la llave azul. Entró en la casa, cerró la puerta con llave y sirvió el café. Hizó todo el ruido que pudo, pero solo el gato de movio.
-Empezaba a pensar que te habías mudado o algo. ¡Quitate maldito bicho!-dijo Rebeca.-¿Hola? Es de mala educación no saludar a los invitados.
-¿Incluso a los no deseados?-respondió Verónica con voz monótona.
-Para echar a alguien primero hay que saludar y luego pedir que se vaya. Sin embargo, sabes que me voy a quedar.
Verónica dio una larga calada al cigarrillo, lo apagó en el alféizar de la ventana y lo lanzó a la calle. Tenía mal aspecto, estaba despeinada, pálida y tenía rostro cansado.
-¿Qué quieres?-preguntó encendiendo otro cigarrillo.
-Nada...bueno...he venido porque quiero que vengas conmigo a una cosa.
-No.
-No puedes negarte, haberlo pensado antes de asegurar a Roque que irias. Solo para que lo sepas vamos a la fiesta de su nueva casa.
-¡Pero yo no he...!-protestó Verónica.
-Claro que no, fui yo. Tú me obligastes, si no te huieses apartado del mundo no habria pasado nada.
-¡Qué te jodan!- Terció Verónica con voz grave.-¡Eso se llama encerrona!
-Si, cariño, lo sé. No tienes que darme las gracias, me conformaré con que lleves este vestido. Te veré allí,no quieras saber lo que ocurrirá si no estás allí pasada una hora como máximo- dijo Rebeca entregando un papel sobre el que haía garabateado una dirección y una hora.

martes, 2 de agosto de 2011

Memorias del vuelo.

antes de nada queria dejar por aquí algo que escribi cuando estaba en el avión, espero que lo disfruteis. Intentaré volver a la rutina de una entrada semanal lo antes posible

-Informamos a los pasajeros del vuelo de Air Canada número xxx con destino a Toronto que el vuelo ha sufrido un retraso y procederemos al embarque en aproximadamente media hora Gracias por su paciencia y perdonen las molestias.
Segunda vez que me decían que mi vuelo estaba retrasado. La primera fue sobre las 10:30, en el mostrador de Check-in, el chico sentad tras este era alto y pelirrojo, de pelo corto y voz remilgada.
-También le ofrecemos la opción de volar mañana con una compensación de 600 Euros.
-¡No!
-Es que hay gente esperando en Vancouver-explico mi madre.
Dos horas más tarde, ya pasada la supuesta hora de embarque allí estaba yo, junto con el resto de gente, deseosa de sentarme en un avión, o en cualquier sitio. Me dolían las rodillas, algo muy normal y estaba bastante nerviosa. Sobra decir que había ideado en mi cabeza la necrológica de todos los presentes, sobretodo de 3. Los 3 eran adultos y hablaban estruendosamente como si quisiesen que toda la terminal les escuchase. Poco la gente de la fila se fue sentando hasta que casi todo el suelo de la sala estaba ocupado por indignados viajeros.
Finalmente a eso de las 13:15 embarcamos y esperamos otra media hora hasta que el avión despegó.
6 horas, dos películas, 3 campañas del Call of Duty y 4 capítulos después llegamos a Toronto. Una voz anuncia en perfecto ingles y después francés:
-Informamos a los pasajero de que en media hora aterrizaremos en Toronto, donde hace una temperatura de...
¡Mentira! Media hora estuvimos para tocar tierra y otros 15 minutos para que nos asignasen una puerta. La mitad del avión salió corierndo nada mas se abrieron las puertas, yo entre ellos, bueno corriendo no, marchando.
Seguí las indicaciones de los letreros y para mi horror me encontré una sala llena de gente. Pasaporte en mano y con mi mejor sonrisa me dirigí a una rubia que dirigía el trafico de viajeros. Le explique mi situación esperando algún tipo de ayuda o consejo.
-Todos los que están en esta sala tienen que coger otro avión.- me contesto, la muy borde.
Espere la cola, que, todo sea dicho de paso, iba bastante rápido. Pasaporte, el formulario, un par de preguntas y a coger mi maleta.
Estaba muy nerviosa, era la primera vez que hacía escala sola, pero no había razón para estarlo. No entiendo muy bien porque pero lo único que tuve que hacer fue coger mi maleta y llevarla a otro sitio donde un calvo forzudo la puso en una cinta.
Solo me quedaba una cosa por hacer y 45 minutos para embarcar. El control de seguridad. Terribles palabras para alguien que tiene prisa. Comencé a trotar por el aeropuerto, afortunadamente en el control había poca cola, pero era muy lenta. Por razones que desconozco solo había abierto dos puertas, separadas una de la otra por más de 20 metros.
Aquello era eterno, pero mi patria venia a salvarme. 2 españoles se acercaron a unos de los encargados del control y hablando en español le explicaron que no llegaban al vuelo. El encargado cogió el billete observo la hora y les dejó pasar muy amablemente, por surte el vuelo que perdían era para Vancouver y otras dos españolas que estaban en la fila se hicieron notar, yo no iba a ser menos. Asique allí fuimos, 5 españoles a saltarse la fila del control de seguridad. Yo me quedé calla dita por detrás puesto que me di cuenta de que su vuelo no era el mismo que el mio.
Gracias a ese pequeño grupo de españoles desamparados pude ganar tiempo suficiente para aprovisionarme de agua para el siguiente vuelo, de Toronto a Vancouver. Gracias a Dios este vuelo sufrió un poco de retraso que me dio tiempo para respirar, primero fueron 25 minutos y después una hora y finalmente despegamos con 1 hora y 15 minutos de retraso.
Mientras escribo esto estoy en mi asiento, con uno de los hombres más grandes que he vito a mi derecha y una pareja de alemanes detrás con una niña rubia de ojos azules de 2 años. Se me olvidaba , tengo sueño.

domingo, 31 de julio de 2011

Hey!

Hola! Siento no haber actualizado ni nada,pero es porque estoy en Vancouver, Canada. Ademas tengo algunos problemas con el ordenador pero en cuanto lo soluciones tendréis 2 capitulo que ya están redactados y listos para salir del horno :)


Muchos besos, Bea

jueves, 14 de julio de 2011

Capitulo 6.

Pese a que la mitad del restaurante miraba a las dos mujeres con gesto indignado Rebeca se acomodó en su silla y pidió una copa de vino tinto.
-Tranquila, a mí me ha retirado su amistad millones de veces, cuando eramos mas jóvenes lo hacía casí siempre.-dijo meneando la copa en la mano.- Pero, chica, eso ha sido un golpe bajo, no lo podría haber hecho mejor.
-No lo he hecho por molestar.- Dijo Verónica levantandose.
-Eh! ¿a donde te crees que vas? ¡Pagas tú! Al fin y al cabo, tú has arruinado la cena.
Verónica no pudo evitar sonreir a ese comentario. Y finalmente accedió a pagar.
Rebeca se levantó y ambas salieron del restaurante ante la atenta mirada de los otros comensales.


A la mañana siguiente Verónica se despertó en una cama desconocida. Se giro sonriente y puso la mano sobre el pecho del hombre que dormía a su lado. Le dolía la cabeza pero no le importaba demasiado porque por fin estaba allí. Verónica abrió los ojos y vio horrorizada que no estaba donde creía. Se levantó bruscamente y salió de allí.
Estaba muy desconcertada cuando se subió al taxi, se masajeó las sienes. Recordaba que tras la frustrada cena, Rebeca y ella habían ido a tomar unas copas. Todo normal hasta ahí. Recordó también que conoció a un hombre y después estaba en la cama con...¿Diego? Eso era lo que recordaba, pero era imposible.
-ese hombre no era él, él vive en Galicia es imposible que haya llegado hasta aquí...Habrá sido un sueño...me estoy volviendo loca...tengo demasiadas cosas en la cabeza...
-Ya bueno...yo tengo que cobrar.-respondió el taxista. Sin mirar la cantidad, Verónica dió un billete al hombre y se bajó del coche. Esta justo delante del restaurante de la noche anterior, por la calle corría una fresca brisa que Verónica agradeció mucho mientras andaba buscando el coche.

miércoles, 13 de julio de 2011

Mis disculpas.

Hola de nuevo, sigo viva y con la idea de escribir más. Siento no haberlo hecho hasta ahora, lo cierto es que no tengo excusa desde que se acabaron los examenes, que por cierto salieron bien. Esto, como todo, es cuestión de ponerse y tarde o temprano(esperemos que temprano) recuperaré la historia de Verónica.
Mañana o pasado dejaré por aquí unos dibujillos, lo prometo.

Un saludo y una disculpa.

miércoles, 1 de junio de 2011

un descanso

Buenas, se que había prometido actualizar como minimo una vez por semana pues no va a poder ser. Voy a tener que hacer un pequeño parentesis en mi promesa por una razón: FINALES. En efecto estoy de examenes finales, cerca, para ser más exacta. Por eso hasta que no pasen mis finales no voy a poder nada, lo siento mucho. Pero citando a schwarzenegger "I'll be back!" en dos semana. ¡el 22 sere libre otra vez!

domingo, 29 de mayo de 2011

Capitulo 5.

Habían pasado ya un par de semanas desde que Verónica volvió de Galicia. Durante este tiempo había disfrutado de unas vacaciones forzadas puesto que estaba en uno de esos periodos de tiempo en los que nada malo ocurría en el mundo y mientras el resto de fotógrafos de moda se divertían en fiestas y desfiles Verónica no podía hacer más que entretenerse escuchando pajaritos. Después de pasar el día de exposición en exposición, dio un largo paseo hasta un restaurante del centro. Verónica no era la clase de persona a la que le gustaba llegar pronto y normalmente era de todo menos puntual. Sin embargo no tenía nada mejor que hacer. Llegó al restaurante sobre las 9,en esa época del año ya era noche cerrada. Quedaba casi una hora para que la gente con la que iba a cenar llegase así que con mucho disimilo pasó de largo la puerta del establecimiento y continuó caminando. Tres cuartos de hora más tarde volvió a pasar frente al restaurante, bajo la atenta mirada del aparcacoches, comprobó la hora y entró. El restaurante, en cuestión, era un local amplio con mucha luz y mesas muy separadas y espaciosas. El comedor estaba en la planta alta mientras que abajo había un pequeño bar. Era un restaurante de comida india y estaba decorado con pequeñas figuras colgadas en las paredes. Esperó hasta las 10 y un minuto más tarde llegó Leonardo acompañado de Mario. Leonardo y Mario eran una pareja de homosexuales que se habían casado hace un tiempo y que acababan de adoptar un hijo. Esa adopción era la razón por la que habían propuesto la cena, aunque solo ellos dos lo sabían. Leonardo reaccionó con su habitual desparpajo al ver a Verónica y se abalanzó a darle dos besos, Mario sin embargo se limitó a darle una palmadita en la espalda. Se sentaron todos a la mesa mientras escuchaban como Leonardo contaba por que había escogido ese sitio. Un rato más tarde se unió Ana, hermana de Mario y por último con casi media hora de retraso llegó Rebeca. Al llegar Rebeca Verónica recibió una pequeña colleja.
-¿Justo hoy tenías que llegar pronto?-preguntó Rebeca mientras se sentaba junto a ella.-Perdonad, estaba un poco liada, algunos tenemos que trabajar. ¿Verdad, Leo?
Leonardo por toda respuesta dirigió una mirada desagradable a la recién llegada por dos razones, la primera por haberle llamado Leo cosa que odiaba y la segunda por que él era pintor y Rebeca se negaba a aceptar eso como una profesión. Rebeca era una persona extremadamente interesante y extraña. Rica de familia había heredado una marca de coches la cual dirigía personalmente y estaba dispuesta a convertirla en oro. Era una mujer muy alta, de ojos y piel claros. Iba siempre vestida de traje, normalmente negro, con un bastón. La razón por la cual llevaba aquella larga, negra y fina muleta era puesto que tras muchas operaciones su pierna derecha había quedado gravemente debilitada y le producía una terrible cojera. Era una persona llena de historias y que siempre estaba dispuesta a ser el centro de atención.
Comenzaron la cena, pidieron sus platos y hablaron. Hubo un par de conversaciones superfluas hasta que finalmente todos hablaron sobre lo mismo. Verónica se recostó sobre su asiento y observó a su alrededor. A su derecha se sentaba Rebeca que hablaba gesticulando mucho, junto a ella, Leonardo aspecto cuidado y mucho más afeminado que su pareja. Leonardo tenía el pelo oscuro y largo, cuidadosamente peinado, a su lado cogiéndole la mano se sentaba Mario un hombre alto con el mismo aspecto cuidado y una impecable y siempre presente sonrisa. Y junto a él su hermana Ana una chica pequeñita y sonriente, agradable y callada.
Como era de esperar la conversación se volcó en el pequeño retoño recién adoptado. Se llamaba Martín y según sus orgulloso padres era “la criatura más bella del mundo” ninguno de los que se sentaban a la mesa pudo evitar reírse al escuchar las orgullosas palabras de Leonardo al escucharle hablar de “el más bello de los ángeles” que venía “de un organismo de adopción en linea directa con Dios”.
-Reíros si queréis, pero mi pequeño cachorrito será bautizado el mes que viene bajo los ojos de Dios.- Más risas vinieron tras ese comentario. Pero Leonardo siguió hablando sin hacer caso a las risas, señalando a todos con un dedo fino y blanco.- y todos vosotros estáis invitados y debéis traer acompañante, menos tú ,cariño. -Dijo girándose hacia Mario y dándole un largo beso.- Sobre todo tú , Verónica.
-Ah, si...sobre eso lo he pensado mejor y no quiero...el honor de ser la madrina de tu cachorrito.
-¡¿QUÉ?!-gritó Leonardo.-No puedes hacer eso, ¡diste tu palabra! Esto no funciona así.
Leonardo siguió hablando en tono alterado y Verónica no se molestó en negar que su acción estaba mal.
-Vamos, Leo, no te pongas así. Si Verónica es escoria y no sabe cumplir sus promesas es problema suyo.-dijo Rebeca sarcásticamente.
-¡tú te callas!-respondió Leonardo. -No intentes que me desvié del tema que siempre haces lo mismo.
Mario observaba a Verónica quien había desconectado de la nueva discusión y colocaba los cubiertos:
-Cariño, no pasa nada, buscaremos a otra madrina, mi madre puede ser la madrina, seguro que esta encantada.-Leonardo profundamente indignado se levantó y declaró que había acabado su amistad con Verónica y con Rebeca:
-¡Para siempre! Se ha acabado nuestra relación.

domingo, 22 de mayo de 2011

Happy Birthday dear Laura!!

Siempre tiendo a pensar ¿qué estará haciendo la gente mientras yo hago esto? y es algo que en cierto modo me intriga y me entretiene. Una vez me planteo la pregunta, algo que hago muy amenudo, empiezo a pensar: un niño/a estará naciendo ahora, el vecino estará viendo la televisión, alguien estará celebrando algo.
Nunca sé a ciencia cierta si lo que imagino que la gente hace es verdad, ¡pero hoy si! Hoy una persona llamada Laura está de cumpleaños y seguramente haya atendido muchas llamadas y mensajes de felicitación, asique por uno más no se va a morir.
Pues lo dicho, "¡FELICIDADES LAURA!", "que te diviertas", "hoy es tu día, aprovechalo" y un largo etcetera que no pienso escribir. Asique desde aquí te felicito una vez más :)


Bea

viernes, 13 de mayo de 2011

Capitulo 4.

Tres horas más tarde el Jeep de Verónica recorría la carretera antigua hacía Orense. Iba despacio y se aburría pero de ir más rápido estaba segura de que se pasaría el pueblo. Aquel pequeño y aburrido pueblo. Por fin, entró en una carretera secundaria que al cabo de un rato se convirtió en un camino de tierra. La casa de sus padres no solo estaba en el pueblo más perdido de la provincia de Pontevedra, alejado de la costa sino que además estaba alejada del pueblo. Aquel camino le había parecido siempre horriblemente largo y desagradable, normalmente estaba lleno de charcos y las gotas que quedaban en los árboles caían siempre que ella pasaba por debajo. Recordaba como todas las mañanas había recorrido aquel camino en su rauda bicicleta blanca, siempre por delante de Raquel. Un torrente de recuerdo invadió su mente, lo que le resultó bastante desagradable.
Por fin la casa apareció entre la maleza. Cualquiera que andase por ese camino se esperaba una bonita casa refinada, pero al llegar lo único que se veía era una casa de piedra con tejado negro, normal y corriente. Aparcó junto a un par de coches desconocidos.
Se acercó a la casa y al hacerlo tropezó y estuvo a punto de caer:
-¡La puta piedra!¡Más de 30 años lleva ahí!- Era cierto había una piedra justo delante de la puerta de la casa y cuando nació ya estaba allí. Muchas veces se había quejado de la piedra justo antes de entrar en casa y nada más rozar el timbre con los dedos, antes de presionarlos la puerta se abrió y su madre apareció sonriente.
Nada absolutamente nada había cambiado en los últimos 10 años las sillas estaban en el mismo sitio, los cuadros igual de torcidos y seguía habiendo ese terrible olor a viejo y cerrado.
Conocía a Raquel y estaba segura de que habría montado una cena familiar, solo por molestar. Era cierto, nada más entrar al comedor pudo ver una mesa llena de rostros conocidos y no tan conocidos, unos sonrientes y otros serios. Observó la larga mesa e hizo un saludo con la mano.
-Bueno, así que sigues viva, cualquiera lo diría...con lo poco que sabemos de ti.
<¿por qué será?> pensó Verónica, pero no dijo nada. La mujer que acaba de hablar era una de las hermanas de su padre. De la familia de su padre quedaban tres miembros, él sus dos hermanas prácticamente gemelas. Una se llamaba Maruja y la otra Manuela, por lo que eran Maru y Manu, había pasado tanto tiempo que Verónica esperó que estuviesen muertas o por lo menos dementes, pero no, seguían vivas y “sanas”, si se les podía considerar así.
-Callate, Manu, no le digas esas cosas a la niña.-intervino Maru.
<¿Acaso está hablando con Raquel? Resulta que ahora yo soy la niña...>
-¿Qué pasa hoy? Es la hora de cenar Marta, nos vas a matar de hambre...
¡Cuantos recuerdos! Su padre llevaba diciendo eso años, siempre que Verónica llegaba tarde y ella lo hacía simplemente por el placer de escuchar esa estúpida frase.
Sacaron la comida, servida en bandejas de plástico plateado. Después del incidente de la comida no tenía mucha hambre y todavía sentía el sabor salado de la sangre en su boca. Permaneció en silencio durante la cena, como siempre había hecho, escuchando las conversaciones de su familia. La cena se hizo larga y aburrida, además era como un viaje a su infancia. Todo estaba igual, en cierto modo era escalofriante.
Cuando terminó la cena Raquel le recordó que tenía algo que decir, con cierta malicia.
Verónica se puso de pie, en la cabecera de la mesa.
-Familia...tengo algo que decir. Es algo en lo que no podéis influir puesto que ya he tomado la decisión. Como le dije a Raquel el otro día, he venido hasta aquí para ver al medico y bueno pues como buen medico me dió su diagnostico...-se estaba llendo por las ramas, no quería decirlo, no quería ver su reacción pero tampoco quería irse a Madrid sin que su familia supuese la verdad y sin aclarar la pequeña mentira que le había dicho a Raquel.- Me ha diagnosticado una enfermedad, no se cual, no es hepatitis, solo se que no es contagiosa y que tengo 6 meses de vida sin tratamiento, el cual no quiero.
Se quitó un enorme peso de encima con aquellas palabras. Antes de que nadie pudiese reaccionar, explico en pocas palabras que iba a coger el coche e irse por donde había venido para no volver más. Lo dijo porque lo sentía y porque necesitaba algo de tiempo para irse.
Así lo hizo. Primero fue a Sangenjo y dejo el pañuelo de Diego en su buzón y después cogió carretera y volvió para Madrid.

lunes, 9 de mayo de 2011

Capitulo 3.

Verónica no había dormido nada, había pasado la noche pensando en que debería de hablar con sus padres. Salió de casa de Diego con el sol y cogió el coche para ir a Cangas. Había algo en aquel pueblo que siempre le ayudaba a tranquilizarse, un ferry que cruzaba la ría. Se dirigió allí con su enorme Jeep Wrangler blanco del 99, aquel coche le había costado mucho, pero que mucho dinero y esfuerzo, pero era lo más parecido a un hogar que tenía. Verónica tenía un piso en Madrid, en el centro que sería la envidia de muchos, pero esa casa era más del gato que suya, puesto que el gato, Tiberio, pasaba allí mucho más tiempo. Cuando llego a Cangas aparcó cerca del puerto y se dirigió a comprar un par de tickets. El ferry era un barco grande y blanco, en la cubierta superior había filas de asientos y ella se sentó en los primeros. Tras un par de pitidos el ferry partió y Verónica se relajó en el asiento. Había mucha gente a su alrededor, algunos hombres trajeados que debían de ir a Vigo a trabajar, una mujer con un bebé, una chica joven que escuchaba música y algunas otras personas. Tenía resaca y como siempre que esto pasaba estaba melancólica. Su mente parecía más ágil que otros días pero su cuerpo no, desde que había llegado tosía mucho más de lo normal. Miró por encima de la borda, observando el final de la ría, donde se veía el océano. Llevaba esa fotografía en la cartera, para tranquilizarse. Respiró la brisa y pudo ver un par de peces iluminados por unos pocos rayos que atravesaban la superficie del agua. Lo cierto es que sentía que tenía que aclararse con sus padres y con Raquel. Esperó hasta llegar a Vigo para mandar a Raquel un mensaje avisando que se presentaría aquella noche en casa.
-Verónica Marselle ¿en qué puedo ayudarle?
-Pues...hola soy Diego.
-¡Diego! ¿Qué tal?
-Bien ¿y tú? Oye quería saber si podías quedar a comer.
-Claro, perfecto, mira estoy en un hotel en la costa...no me acuerdo como se llama así que cuando llegue y lo vea te llamo y me pasas a recoger.
-Perfecto. También quería decirte...- iba a sugerir hacer algo por la tarde pero ella ya había colgado. Él se aseguro de que así fuera y se metió en la ducha.
Diego recogió a Verónica en su hotel y ambos se dirigieron a un restaurante pasado el puente de Rande. El restaurante tenía un comedor con un enorme ventanal con vistas a una pequeña cala y a la ría. Se sentaron en una esquina del comedor, junto al ventanal. Ambos observaron el paisaje durante un rato hasta que él comenzó una conversación.
Tras cerca de dos horas de mariscada cuando pidieron los cafés Verónica se levantó para ir a fumar.
-Deberías dejarlo, es malo para la salud.
-Bah, métete en tus asuntos, seguro que tu también tienes algún vicio.
-Lo cierto es que sí...-respondió él. Aunque ella ya se había ido. Cuando volvió Diego tenía la cartera abierta en la mesa mientras introducía el PIN de la tarjeta de crédito. Ella llegó y cogió la cartera en la cual se encontró con una fotografía de Raquel.
-Así que este es tu vicio...-dijo mostrandole la fotografía.- Y dime...¿qué tal es su marido?
Diego intentó quitarle la cartera pero ella retiró la mano y le miró desafiante.
-pues...su marido es...del montón...
-¿A qué se dedica?
-¿A que viene este tercer grado?-preguntó él levantándose y quitándole la cartera.
-oh, vamos, no te cuesta nada ayudarme a hacerme una idea del hombre al que probablemente conozca esta noche.
-no conoces al marido de tu hermana.
-Acaso me viste en la boda o algún sitio asignado para mí... supe ayer de pura suerte que estaba casada, me contesto al teléfono por la mañana y -se interrumpió y tosió un par de veces- resulto ser...-siguió tosiendo. Se tapó la boca con la mano y cogió la copa de agua. Bebió un poco y noto un sabor salado. Separó la mano un par de centímetros y pudo ver claramente una mancha de color rojo brillante en su palma. Se quedó pálida, su corazón se aceleró y su respiración con él. Se giró para rebuscar en su bolso, Diego que había visto como palidecía le tendió un pañuelo, ese día, como ocasión especial lo llevaba de tela. Ella lo cogió y se lo puso en la boca.
-¿Estás bien?
-Si, tranquilo...¿te importa si te lavo el pañuelo y te lo doy mañana?
-No es necesario, trae pa'ca...-él alcanzo una esquina del pañuelo y tiró. Fue un pequeño tirón, pero fue suficiente para que una pequeña parte de la mancha de sangre se viese. Como movido por un resorte soltó el pañuelo, sin saber si sentir asco o de preocupación.-Bueno como veas...

domingo, 8 de mayo de 2011

Comida NO familiar

Hoy es el cumpleaños de un tío mio y lo ha celebrado invitando a su familia a comer. Supongo que también debería de ir su famila política pero personalemte no creo que encajasemos. Así que allí acabamos, sentados mi madre, mi padre y yo al final de una mesa de 18 personas de las que conocía a 8 como mucho.
La comida era un sitio llamado el "celador de las monjas" o algo parecido(personalemente no creo que se llamase así, pero no me acuerdo bien). El restaurante quedaba en Pastrana, que no está precisamente cerca de Madrid. Mis padres y yo fuimos hasta allí en coche y llegamos con un retraso de una hora, una enorme abolladura en el coche y el consecuente cabreo de mi padre.
Yo, un ser humano con millones de años de evolución detras de mi, al llegar y ver el panorama no se me ocurrió nada mejor que hacer un saludo militar,gracias a Dios casi nadie me vió. Había pretendido evitarme los besos y comentarios de las abuelas y desconocidos de aquella mesa, pero nada, me tocó dar el voltio a la mesa sonriente y dando besos. Todo tiene su lado bueno y cuando acabe mi recorrido ya no estaba tan palida puesto que llevaba un poco de maquillaje que se había transferido a base de besos y abrazos.
El resto de la comida transccurrió como suelen trascurrir las comidas familiares, comimos bien y ya hacía el final de la comida uno de mis primos decidió bajar al baño y al salir del saloncito en el que estabamos dió un salto y se empotro la cabeza contra el marco de la puerta, muy pequeña y seguro que muy vieja.

lunes, 2 de mayo de 2011

Capitulo 2.

-¿Cómo una chica como tú ha llegado hasta aquí?-preguntó él.
-Soy de aquí, de por ahí arriba en el monte.
-y ¿a qué te dedicas?
-Soy fotógrafa- respondió Verónica.- pero no de lo típico...mira- dijo parando junto a un quiosco y señalando un periódico. La fotografía mostraba el resultado de un terrible incendio en el sur de la península.- Esta es mía. Yo lo llamo “dramatizar” se trata de sacar la mejor fotografía del peor suceso. Básicamente exagerar.
-Yo...soy camarero, como supongo que habrás notado. Como Raquel.- Verónica se quedó parada en seco.- Vamos, ¿acaso no vas a entrar en el lugar donde trabaja tu hermana? Tranquila, ahora estará en casa con sus niños gritones, solo hace el turno de mañana. Sirve el desayuno a mi padre. ¿sabes? Ella me consiguió el trabajo, soy ingeniero pero mi empresa quebró y me quede en la calle. Tuve que volver con mis padres y ella me ayudo mucho.
Él no conocía a Verónica pero de haberlo hecho sabría que no le estaba escuchando puesto que cuando no le importaba lo que la gente decía y quería darlo a entender se giraba para encender el cigarrillo.
-No necesito que me digas como es mi hermana.
-Yo solo digo que es una chica extraordinaria y no creo que se mereciese ese trato.
-pues no tienes ni idea. Dime ¿cuantas cosas te ha contado mi hermana sobre mi? Pocas o ninguna. Si le dije lo que dije fue porque ella se lo buscó, por meterse donde no la llaman...Mira, yo no encaje nunca en los planes de mi familia. Mi madre pretendía buscar un buen marido rico para Raquel y yo tendría que buscarme un trabajo. Por eso me fui y no pienso volver, es una estupidez mezclarte con gente con la que no encajas.
-Supongo, pero por eso no dejan de ser tu familia.
-Tuve que vender ropa para comprar mi primera cámara. ¿por qué me molesto? No tienes derecho para opinar sobre mi vida.
Con aquella frase terminó esa conversación y comenzó otra. Primero hablaron sobre el tiempo, después sobre política y ya al final de la ciudad. Durante la conversación cambiaron varias veces de sitio y de bebida. Al final de la noche Diego pudo comparar a las dos hermana, eran completamente distintas. Cuando se despidieron ambos estaban borrachos, eran las cuatro de la mañana y ya no quedaba ni un solo bar abierto. Diego sabía que al día siguiente tendría que trabajar asique decidió irse antes de las cinco.
-Venga, solo un sitio más, te lo prometo.- dijo ella.
-llevas horas prometiendomelo
-pero esta es la buena.-respondió Verónica.-te prometo que esta promesa es de verdad.
Ambos estallaron en carcajadas.Diego disfruto mucho tal vez era el alcohol, tal vez el sueño o tal vez que era la primera vez que hacía algo como aquello, pero se sentía tremendamente atraído por Verónica. Ella se tambaleaba delante de él, cogiéndole de la mano y andando hacía el último bar. Se dejó llevar.

domingo, 1 de mayo de 2011

Falta de organización y sus consecuencias.

Estoy en medio de una crisis, ¿por qué? porque soy tonta convencida y con ganas. Hace un rato publiqué una cosa en la que llevaba tiempo "trabajando" el caso es que tenía unas anotaciones de algo que se me había ocurrido para seguir ¿donde? ni idea, recuerdo apuntarlo en papel blanco. TODOS los cuadernos que tengo que no sean de estudiar son de hojas blancas sin cuadros ni rayas para poder dibujar.
He buscado por todas partes, ni rastro, no se que hacer, bueno obviamente lo volveré a pensar y a escribir. Que pesadez. Bueno intentaré sacar tiempo de donde sea...

Cápitulo 1

La carretera serpenteaba entre los árboles, que fuertes y vigorosos extendían sus ramas hacía el cielo. Se notaba la humedad en el ambiente, tal vez por la cercanía al mar o por lluvia que había castigado a la tierra y sus habitantes durante la noche anterior. Pese a las altas probabilidades de lluvia un coche descapotable recorría la carretera a cierta velocidad. Su conductora había quitado la enorme capota como si quisiese desafiar a los elementos. El viento del norte revolvía sus cabellos rubios y se llevaba el humo de su cigarrillo. Conducía despreocupadamente como si nada le importase, ni el límite de velocidad, ni la prohibición de fumar al volante, ni la lluvia, ni conservar su propia vida. Nada le importaba mientras tuviese su coche, un cigarrillo y su cámara. Tomó un desvió y entro a un pequeño pueblo, observo las casas que pasaban rápidamente a su alrededor todas de piedra y no muy altas, típicamente gallegas. En pocos minutos salió del pueblo y entró en otro. Disminuyó un poco la velocidad conforme se acercaba a la zona de Sangejo, donde siempre había muchos turistas. Tras un rato de callejear aparcó, puso la capota y se fue. Anduvo durante un rato hasta llegar a una amplia terraza con vistas al mar y sombrillas blancas. Una mujer muy parecida a ella se levantó y la saludó.
-Bueno, por fin llegas, pensé que te habría surgido algo más importante que hacer.- dijo la mujer que estaba esperando.
-¿Más importante que ver a mi hermana a quien no veo desde hace casi 9 años?- dijo sarcasmo- Tranquila, en el fin del mundo no suele haber cobertura.
-Tan amable como siempre-susurro su hermana mientras le indicaba que se sentase.-por favor, Verónica.
-No pretendo quedarme a comer.- dijo Verónica secamente.
-Algo más importante que hacer- adivino su hermana
-Hay mil cosas mejores que hacer, Raquel.- Dijo Verónica tomando asiento.
-Bueno ¿qué es eso que querías decirme? Te recuerdo que tú eres la razón de que estemos aquí.
-Yo solo quería hablar, no necesitaba verte, Raquel. Verás he venido a España por una razón por la cual me habría gustado saltarme esta visita. Y he sabido algo que creo que debes saber y que sería más adecuado que tú transmitieses a la familia. He venido para ver al mata-sanos, ese que era amigo de papá, el gordo, calvo...¿sabes cual digo? Bueno da igual...El caso es que resulta que estoy enferma.
Por toda respuesta Raquel rompió a reír. Recordaba que a Verónica le gustaba hacer bromas de mal gusto.
-Muy bien ahora en serio, ¿qué te ha dicho el médico?
-Me ha diagnosticado Hepatitis...B.
Raquel se quedo helada y durante un momento fue como si su corazón no latiese. Verónica esperó una respuesta pero al no haberla desvió la mirada hacía la costa y encendió otro cigarrillo.
-¿como puedes decir algo como eso así, sin sentimiento alguno? Deja esa mierda ¡Joder!- grito Raquel levantándose y tirando al suelo el paquete de tabaco.-¿es que no te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡Todo te importa una mierda! Lo único que quieres es pasártelo bien en el momento y no piensas en el futuro.
Verónica se levanto y recogió la cajetilla mientras decía.
-No pienso permitir que mi hermana pequeña me de lecciones de como vivir.
-¡Solo quieres ir contra corriente! ¿acaso no aprendes nunca? ¿No podías ser como los demás buscarte un trabajo normal y una familia?
-¿Como hiciste tú?¿como hizo mama? Sabes que no quiero eso, que no aguantaría ceder mi vida a niños gritones y acabar trabajando de camarera como haces tu o limpiando escaleras como mama. ¡Sabes que no aguantaría vivir como todos esos miserables atrapados en su rutina! Lo siento por ti si envidias que yo haya hecho algo grande e importante. ¡Si este es el precio que tengo que pagar por vivir como quiero que venga la muerte y me lleve ahora mismo, no me arrepiento de nada!
Con todas aquellas palabras descargo su ira contra su familia venida a menos e hirió profundamente los sentimientos de su hermana. El rostro de Verónica permaneció impasible, con el ceño parcialmente fruncido pero Raquel tenía lágrimas en los ojos.
-¡No pienso ayudarte en nada! Tú sólita contarás a mamá lo que te pasa. ¡Ya eres mayorcita!
Por toda respuesta Verónica exhaló el humo de su cigarrillo en el rostro de su hermana y esta salió corriendo.
Verónica observó como su hermana se iba, huyendo como una niña pequeña, como siempre.
-Mierda...Ponme un café, por favor.-dijo refiriéndose a un camarero que estaba cerca.- Bien cargadito.
Tras un momento llegó el café y lo bebió, sin azúcar y sin leche. Pidió otro y otro, después una botella de vino. Verónica pasó lo que quedaba de tarde allí sentada. Después cenó y por último el camarero que la había atendido se acercó a ella y le pidió amablemente que se fuese. Ella estaba distraída y no entendió ni una palabra.
-Vamos a cerrar -repitió él despacio.-Son las 12, entre semana cerramos a las 12...pero...¿aceptaría si la invito a una copa en aquella terraza de enfrente?
Verónica sonrió y se levantó.
-De acuerdo, pero antes necesito ir ir al coche...a por la chaqueta, que refresca...
Lo cierto es que quería ir a por tabaco, después de toda la tarde sentada en esa terraza se había quedado sin reservas
-Aquí te espero. Así aprovecho para cambiarme y acabar de recoger...-dijo él mientras se iba. Era un hombre joven, debía de rondar los treinta y pocos años, de aspecto era bastante normal. Era alto, muy alto.
Ella se fue y volvió al cabo de un rato, con la chaqueta y con un cigarrillo entre los dedos.
-Bueno...a todo esto no nos hemos presentado. Me llamo Diego.
-Encantada, yo soy Verónica.

sábado, 30 de abril de 2011

Nivola.

El otro día muerta de asco en lengua me puse a leer fragmentos de texto que había en el libro. Por pura casualidad me encontre con esto:

—Mi novela no tiene argumento o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo
—¿Y cómo es eso?
—Pues mira, un día de estos que no sabía bien qué hacer, pero sentía ansias de hacer algo, una comezón muy íntima, un escarabajo de la fantasía, me dije: voy a escribir una novela, pero voy a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá. Me senté, cogí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno. Mis personajes se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá formando poco a poco. Ya las veces su carácter será el de no tenerlo.
—Sí, como el mío.
—No sé. Eso irá saliendo. Yo me dejo llevar.
—¿Y hay psicología?, ¿descripciones?
—Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes hablen mucho, aunque no digan nada. [...] empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es fácil que acabes convenciéndote de que son ellos los que te llevan. Es muy frecuente que un autor acabe por ser juguete de sus ficciones...
—Tal vez pero el caso es que en esa novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuese
—Pues acabará no siendo novela.
—No, será... nivola..
—¿Y qué es eso, qué es nivola?
—Pues le oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benot, para leérselo, un soneto que estaba en alejandrinos o en no sé qué otra forma heterodoxa. Se lo leyó y don Eduardo le dijo: «Pero ¡eso no es soneto!...» «No , señor —le contestó Machado— no es soneto, es... sonite». Pues así con mi novela, no ha de ser novela, sino..., ¿cómo dije?, navilo..., nebulo, no, no, nivola, eso es, ¡nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga las leyes de su género... Invento el género e inventar el género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place. ¡Y mucho diálogo!

De esa forma, en medio de la clase de lengua decidí hacer mi propia nivola. Digo nivola porque aunque sea una historia sin más ahora mismo no sé donde irá... Básicamente, quería escribir un par de cosas que se me habían ocurrido durante la semana santa, yo las escribo y ya se me ocurrirá algo que hacer con ellas.
Pues eso, veremos que sale...

lunes, 25 de abril de 2011

Buenas, últimamente no uso nada este blog, no es que nunca lo haya usado mucho, pero me gustaría cambiar este hecho. Así que me he prometido a mi misma hacer por lo menos una entrada a la semana, seguramente publique los sábados o domingos. Lo haría con más frecuencia, pero como se acerca el final de curso prefiero centrarme entre semana y escribir los viernes y sábados porque quiera o no siempre acabo frente a esta pantalla. No tengo muy claro sobre que escribiré, probablemente me queje de lo que me pasa, cosa que hago muy bien y con mucha frecuencia, intentare escribir cosas que me pasen y dar opiniones varias.
Sinceramente no creo que vaya a publicar mucho más en zap- pero también lo intentaré, no prometo nada respecto a este otro blog.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Hoola! desde que he recuperado la contraseña del blog, cosa que ha ocurrido por pura suerte, he decidido no tenerlo tan abandonado como hasta ahora por lo que intentaré escribir un poco de cuando en cuando. Pero no prometo nada...