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jueves, 6 de octubre de 2011

Capítulo 12

Había sangre en la almohada con la que había intentado ahogar el sonido de su tos para que Diego no se despertara. Eran las 6 y media de la mañana. Verónica iría al médico y después podría volverse a Madrid y alejarse de esa maldita humedad.
“Y de él” pensó con cierto pesar.
Diego la había seguido después de que ella hubiese huido de Raquel y el pobre niño.
Verónica se recostó en la cama, aquello era incomodisimo. Se levantó llevándose la almohada consigo, se duchó y lavó la funda de la almohada. Si se quedaba allí acabaría por volverse loca.

Su forma de andar era orgullosa, siempre lo había sido. Andaba con la cabeza erguida. Uno de sus brazos colgaba gracilmente en su costado y el otro se mantenía doblado, firme, a la altura de su pecho, sujetando el cigarrillo. Sus pasos eran acompasados. No se contoneaba al caminar, no lo necesitaba.
-Buenos días, ¿Podría hablar con Raquel?
El camarero miró a Verónica de arriba a abajo:
-¡Hey! Raquel, quieren verte ahí fuera.-gritó.
-¿Quién es?- se escuchó la voz de Raquel acercándose.
-Una rubia de bote.-respondió el camarero sin apartar los ojos de Verónica.
La sombra de Verónica se dibujó en los ojos de Raquel pero en seguida fue sustituida por una sonrisa de autosuficiencia. Raquel salió y se apoyó en el marco de la puerta, con un montón de cubiertos en la mano.
-Bonito uniforme.-comentó Verónica repasando a su hermana.
-Gracias.- respondió Raquel quien parecía inusualmente serena. Se sentía confiada, segura por su victoria rotunda de la noche anterior. - ¿Qué tal has dormido? ¿Has podido o han vuelto las pesadillas?
-Bien pese a que tenía compañía, poco pero bien.
-¿Compañía?-Raquel no quiso preguntar eso, pero cuando se dio cuenta ya lo había hecho. Verónica sonrió pícaramente mientras encendía un cigarrillo.-¿Con que querías ofrecerle trabajo? Eres una autentica puta.
-¡Mira quien habla! Te recuerdo que ayer te aprovechaste de un niño con tal de atacarme. ¿Mereció la pena? ¿Qué le dijiste a sus padres? Diego me ha contado que nunca dedicas tiempo a ese niño.
-Diego no tiene ni idea de mi vida y tu no deberías jugar con él.
Raquel había ido alzando la voz conforme hablaba pero Verónica lo mantenía.
-Nadie juega con nadie. Esto no es un juego.- respondió Verónica con voz tajante.
-¿Y si lo fuera?
-¡Si lo fuera ganaría como siempre he hecho!
-¡Eso no es verdad!-Gritó Raquel.
-¡Claro que lo es!- respondió Verónica también gritando.- ¡Ganaría igual que he ganado siempre! Aunque me muriese ahora mismo mi vida habría sido más exitosa y mucho más plena que la tuya. Da igual de cuantos niños enfermos te aproveches. Da igual cuanto lo planees, porque estaba planeado. Oh si! ¡Estaba planeado! Sabías lo que ibas a decir y sabías que habría alguien lo suficientemente importante para mi como para que me preocupase lo que pensase.- Guardó silencio y tomo aire.- De todas maneras, no pienso perder el tiempo contigo.
Verónica observó a su hermana con desprecio durante un momento. Después se dio la vuelta, despacio, cruzo la calle, despacio, subió al coche, arrancó y maniobró despacio. Volvió a mirar a su hermana con desprecio y después acerleró para irse acompañada del estruendo del motor.
Raquel se quedó allí, despacio, levantó los cubiertos sobre su cabeza. Un sordo gemido surgió de su garganta, después, un grito. Con rabia y furia los lanzó al suelo. Mantuvo la vista en ellos durante un segundo, con los ojos llenos de lágrimas de ira.
-Tal vez el concepto que tienes de vida plena no es el correcto.

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