Libros

domingo, 29 de mayo de 2011

Capitulo 5.

Habían pasado ya un par de semanas desde que Verónica volvió de Galicia. Durante este tiempo había disfrutado de unas vacaciones forzadas puesto que estaba en uno de esos periodos de tiempo en los que nada malo ocurría en el mundo y mientras el resto de fotógrafos de moda se divertían en fiestas y desfiles Verónica no podía hacer más que entretenerse escuchando pajaritos. Después de pasar el día de exposición en exposición, dio un largo paseo hasta un restaurante del centro. Verónica no era la clase de persona a la que le gustaba llegar pronto y normalmente era de todo menos puntual. Sin embargo no tenía nada mejor que hacer. Llegó al restaurante sobre las 9,en esa época del año ya era noche cerrada. Quedaba casi una hora para que la gente con la que iba a cenar llegase así que con mucho disimilo pasó de largo la puerta del establecimiento y continuó caminando. Tres cuartos de hora más tarde volvió a pasar frente al restaurante, bajo la atenta mirada del aparcacoches, comprobó la hora y entró. El restaurante, en cuestión, era un local amplio con mucha luz y mesas muy separadas y espaciosas. El comedor estaba en la planta alta mientras que abajo había un pequeño bar. Era un restaurante de comida india y estaba decorado con pequeñas figuras colgadas en las paredes. Esperó hasta las 10 y un minuto más tarde llegó Leonardo acompañado de Mario. Leonardo y Mario eran una pareja de homosexuales que se habían casado hace un tiempo y que acababan de adoptar un hijo. Esa adopción era la razón por la que habían propuesto la cena, aunque solo ellos dos lo sabían. Leonardo reaccionó con su habitual desparpajo al ver a Verónica y se abalanzó a darle dos besos, Mario sin embargo se limitó a darle una palmadita en la espalda. Se sentaron todos a la mesa mientras escuchaban como Leonardo contaba por que había escogido ese sitio. Un rato más tarde se unió Ana, hermana de Mario y por último con casi media hora de retraso llegó Rebeca. Al llegar Rebeca Verónica recibió una pequeña colleja.
-¿Justo hoy tenías que llegar pronto?-preguntó Rebeca mientras se sentaba junto a ella.-Perdonad, estaba un poco liada, algunos tenemos que trabajar. ¿Verdad, Leo?
Leonardo por toda respuesta dirigió una mirada desagradable a la recién llegada por dos razones, la primera por haberle llamado Leo cosa que odiaba y la segunda por que él era pintor y Rebeca se negaba a aceptar eso como una profesión. Rebeca era una persona extremadamente interesante y extraña. Rica de familia había heredado una marca de coches la cual dirigía personalmente y estaba dispuesta a convertirla en oro. Era una mujer muy alta, de ojos y piel claros. Iba siempre vestida de traje, normalmente negro, con un bastón. La razón por la cual llevaba aquella larga, negra y fina muleta era puesto que tras muchas operaciones su pierna derecha había quedado gravemente debilitada y le producía una terrible cojera. Era una persona llena de historias y que siempre estaba dispuesta a ser el centro de atención.
Comenzaron la cena, pidieron sus platos y hablaron. Hubo un par de conversaciones superfluas hasta que finalmente todos hablaron sobre lo mismo. Verónica se recostó sobre su asiento y observó a su alrededor. A su derecha se sentaba Rebeca que hablaba gesticulando mucho, junto a ella, Leonardo aspecto cuidado y mucho más afeminado que su pareja. Leonardo tenía el pelo oscuro y largo, cuidadosamente peinado, a su lado cogiéndole la mano se sentaba Mario un hombre alto con el mismo aspecto cuidado y una impecable y siempre presente sonrisa. Y junto a él su hermana Ana una chica pequeñita y sonriente, agradable y callada.
Como era de esperar la conversación se volcó en el pequeño retoño recién adoptado. Se llamaba Martín y según sus orgulloso padres era “la criatura más bella del mundo” ninguno de los que se sentaban a la mesa pudo evitar reírse al escuchar las orgullosas palabras de Leonardo al escucharle hablar de “el más bello de los ángeles” que venía “de un organismo de adopción en linea directa con Dios”.
-Reíros si queréis, pero mi pequeño cachorrito será bautizado el mes que viene bajo los ojos de Dios.- Más risas vinieron tras ese comentario. Pero Leonardo siguió hablando sin hacer caso a las risas, señalando a todos con un dedo fino y blanco.- y todos vosotros estáis invitados y debéis traer acompañante, menos tú ,cariño. -Dijo girándose hacia Mario y dándole un largo beso.- Sobre todo tú , Verónica.
-Ah, si...sobre eso lo he pensado mejor y no quiero...el honor de ser la madrina de tu cachorrito.
-¡¿QUÉ?!-gritó Leonardo.-No puedes hacer eso, ¡diste tu palabra! Esto no funciona así.
Leonardo siguió hablando en tono alterado y Verónica no se molestó en negar que su acción estaba mal.
-Vamos, Leo, no te pongas así. Si Verónica es escoria y no sabe cumplir sus promesas es problema suyo.-dijo Rebeca sarcásticamente.
-¡tú te callas!-respondió Leonardo. -No intentes que me desvié del tema que siempre haces lo mismo.
Mario observaba a Verónica quien había desconectado de la nueva discusión y colocaba los cubiertos:
-Cariño, no pasa nada, buscaremos a otra madrina, mi madre puede ser la madrina, seguro que esta encantada.-Leonardo profundamente indignado se levantó y declaró que había acabado su amistad con Verónica y con Rebeca:
-¡Para siempre! Se ha acabado nuestra relación.

domingo, 22 de mayo de 2011

Happy Birthday dear Laura!!

Siempre tiendo a pensar ¿qué estará haciendo la gente mientras yo hago esto? y es algo que en cierto modo me intriga y me entretiene. Una vez me planteo la pregunta, algo que hago muy amenudo, empiezo a pensar: un niño/a estará naciendo ahora, el vecino estará viendo la televisión, alguien estará celebrando algo.
Nunca sé a ciencia cierta si lo que imagino que la gente hace es verdad, ¡pero hoy si! Hoy una persona llamada Laura está de cumpleaños y seguramente haya atendido muchas llamadas y mensajes de felicitación, asique por uno más no se va a morir.
Pues lo dicho, "¡FELICIDADES LAURA!", "que te diviertas", "hoy es tu día, aprovechalo" y un largo etcetera que no pienso escribir. Asique desde aquí te felicito una vez más :)


Bea

viernes, 13 de mayo de 2011

Capitulo 4.

Tres horas más tarde el Jeep de Verónica recorría la carretera antigua hacía Orense. Iba despacio y se aburría pero de ir más rápido estaba segura de que se pasaría el pueblo. Aquel pequeño y aburrido pueblo. Por fin, entró en una carretera secundaria que al cabo de un rato se convirtió en un camino de tierra. La casa de sus padres no solo estaba en el pueblo más perdido de la provincia de Pontevedra, alejado de la costa sino que además estaba alejada del pueblo. Aquel camino le había parecido siempre horriblemente largo y desagradable, normalmente estaba lleno de charcos y las gotas que quedaban en los árboles caían siempre que ella pasaba por debajo. Recordaba como todas las mañanas había recorrido aquel camino en su rauda bicicleta blanca, siempre por delante de Raquel. Un torrente de recuerdo invadió su mente, lo que le resultó bastante desagradable.
Por fin la casa apareció entre la maleza. Cualquiera que andase por ese camino se esperaba una bonita casa refinada, pero al llegar lo único que se veía era una casa de piedra con tejado negro, normal y corriente. Aparcó junto a un par de coches desconocidos.
Se acercó a la casa y al hacerlo tropezó y estuvo a punto de caer:
-¡La puta piedra!¡Más de 30 años lleva ahí!- Era cierto había una piedra justo delante de la puerta de la casa y cuando nació ya estaba allí. Muchas veces se había quejado de la piedra justo antes de entrar en casa y nada más rozar el timbre con los dedos, antes de presionarlos la puerta se abrió y su madre apareció sonriente.
Nada absolutamente nada había cambiado en los últimos 10 años las sillas estaban en el mismo sitio, los cuadros igual de torcidos y seguía habiendo ese terrible olor a viejo y cerrado.
Conocía a Raquel y estaba segura de que habría montado una cena familiar, solo por molestar. Era cierto, nada más entrar al comedor pudo ver una mesa llena de rostros conocidos y no tan conocidos, unos sonrientes y otros serios. Observó la larga mesa e hizo un saludo con la mano.
-Bueno, así que sigues viva, cualquiera lo diría...con lo poco que sabemos de ti.
<¿por qué será?> pensó Verónica, pero no dijo nada. La mujer que acaba de hablar era una de las hermanas de su padre. De la familia de su padre quedaban tres miembros, él sus dos hermanas prácticamente gemelas. Una se llamaba Maruja y la otra Manuela, por lo que eran Maru y Manu, había pasado tanto tiempo que Verónica esperó que estuviesen muertas o por lo menos dementes, pero no, seguían vivas y “sanas”, si se les podía considerar así.
-Callate, Manu, no le digas esas cosas a la niña.-intervino Maru.
<¿Acaso está hablando con Raquel? Resulta que ahora yo soy la niña...>
-¿Qué pasa hoy? Es la hora de cenar Marta, nos vas a matar de hambre...
¡Cuantos recuerdos! Su padre llevaba diciendo eso años, siempre que Verónica llegaba tarde y ella lo hacía simplemente por el placer de escuchar esa estúpida frase.
Sacaron la comida, servida en bandejas de plástico plateado. Después del incidente de la comida no tenía mucha hambre y todavía sentía el sabor salado de la sangre en su boca. Permaneció en silencio durante la cena, como siempre había hecho, escuchando las conversaciones de su familia. La cena se hizo larga y aburrida, además era como un viaje a su infancia. Todo estaba igual, en cierto modo era escalofriante.
Cuando terminó la cena Raquel le recordó que tenía algo que decir, con cierta malicia.
Verónica se puso de pie, en la cabecera de la mesa.
-Familia...tengo algo que decir. Es algo en lo que no podéis influir puesto que ya he tomado la decisión. Como le dije a Raquel el otro día, he venido hasta aquí para ver al medico y bueno pues como buen medico me dió su diagnostico...-se estaba llendo por las ramas, no quería decirlo, no quería ver su reacción pero tampoco quería irse a Madrid sin que su familia supuese la verdad y sin aclarar la pequeña mentira que le había dicho a Raquel.- Me ha diagnosticado una enfermedad, no se cual, no es hepatitis, solo se que no es contagiosa y que tengo 6 meses de vida sin tratamiento, el cual no quiero.
Se quitó un enorme peso de encima con aquellas palabras. Antes de que nadie pudiese reaccionar, explico en pocas palabras que iba a coger el coche e irse por donde había venido para no volver más. Lo dijo porque lo sentía y porque necesitaba algo de tiempo para irse.
Así lo hizo. Primero fue a Sangenjo y dejo el pañuelo de Diego en su buzón y después cogió carretera y volvió para Madrid.

lunes, 9 de mayo de 2011

Capitulo 3.

Verónica no había dormido nada, había pasado la noche pensando en que debería de hablar con sus padres. Salió de casa de Diego con el sol y cogió el coche para ir a Cangas. Había algo en aquel pueblo que siempre le ayudaba a tranquilizarse, un ferry que cruzaba la ría. Se dirigió allí con su enorme Jeep Wrangler blanco del 99, aquel coche le había costado mucho, pero que mucho dinero y esfuerzo, pero era lo más parecido a un hogar que tenía. Verónica tenía un piso en Madrid, en el centro que sería la envidia de muchos, pero esa casa era más del gato que suya, puesto que el gato, Tiberio, pasaba allí mucho más tiempo. Cuando llego a Cangas aparcó cerca del puerto y se dirigió a comprar un par de tickets. El ferry era un barco grande y blanco, en la cubierta superior había filas de asientos y ella se sentó en los primeros. Tras un par de pitidos el ferry partió y Verónica se relajó en el asiento. Había mucha gente a su alrededor, algunos hombres trajeados que debían de ir a Vigo a trabajar, una mujer con un bebé, una chica joven que escuchaba música y algunas otras personas. Tenía resaca y como siempre que esto pasaba estaba melancólica. Su mente parecía más ágil que otros días pero su cuerpo no, desde que había llegado tosía mucho más de lo normal. Miró por encima de la borda, observando el final de la ría, donde se veía el océano. Llevaba esa fotografía en la cartera, para tranquilizarse. Respiró la brisa y pudo ver un par de peces iluminados por unos pocos rayos que atravesaban la superficie del agua. Lo cierto es que sentía que tenía que aclararse con sus padres y con Raquel. Esperó hasta llegar a Vigo para mandar a Raquel un mensaje avisando que se presentaría aquella noche en casa.
-Verónica Marselle ¿en qué puedo ayudarle?
-Pues...hola soy Diego.
-¡Diego! ¿Qué tal?
-Bien ¿y tú? Oye quería saber si podías quedar a comer.
-Claro, perfecto, mira estoy en un hotel en la costa...no me acuerdo como se llama así que cuando llegue y lo vea te llamo y me pasas a recoger.
-Perfecto. También quería decirte...- iba a sugerir hacer algo por la tarde pero ella ya había colgado. Él se aseguro de que así fuera y se metió en la ducha.
Diego recogió a Verónica en su hotel y ambos se dirigieron a un restaurante pasado el puente de Rande. El restaurante tenía un comedor con un enorme ventanal con vistas a una pequeña cala y a la ría. Se sentaron en una esquina del comedor, junto al ventanal. Ambos observaron el paisaje durante un rato hasta que él comenzó una conversación.
Tras cerca de dos horas de mariscada cuando pidieron los cafés Verónica se levantó para ir a fumar.
-Deberías dejarlo, es malo para la salud.
-Bah, métete en tus asuntos, seguro que tu también tienes algún vicio.
-Lo cierto es que sí...-respondió él. Aunque ella ya se había ido. Cuando volvió Diego tenía la cartera abierta en la mesa mientras introducía el PIN de la tarjeta de crédito. Ella llegó y cogió la cartera en la cual se encontró con una fotografía de Raquel.
-Así que este es tu vicio...-dijo mostrandole la fotografía.- Y dime...¿qué tal es su marido?
Diego intentó quitarle la cartera pero ella retiró la mano y le miró desafiante.
-pues...su marido es...del montón...
-¿A qué se dedica?
-¿A que viene este tercer grado?-preguntó él levantándose y quitándole la cartera.
-oh, vamos, no te cuesta nada ayudarme a hacerme una idea del hombre al que probablemente conozca esta noche.
-no conoces al marido de tu hermana.
-Acaso me viste en la boda o algún sitio asignado para mí... supe ayer de pura suerte que estaba casada, me contesto al teléfono por la mañana y -se interrumpió y tosió un par de veces- resulto ser...-siguió tosiendo. Se tapó la boca con la mano y cogió la copa de agua. Bebió un poco y noto un sabor salado. Separó la mano un par de centímetros y pudo ver claramente una mancha de color rojo brillante en su palma. Se quedó pálida, su corazón se aceleró y su respiración con él. Se giró para rebuscar en su bolso, Diego que había visto como palidecía le tendió un pañuelo, ese día, como ocasión especial lo llevaba de tela. Ella lo cogió y se lo puso en la boca.
-¿Estás bien?
-Si, tranquilo...¿te importa si te lavo el pañuelo y te lo doy mañana?
-No es necesario, trae pa'ca...-él alcanzo una esquina del pañuelo y tiró. Fue un pequeño tirón, pero fue suficiente para que una pequeña parte de la mancha de sangre se viese. Como movido por un resorte soltó el pañuelo, sin saber si sentir asco o de preocupación.-Bueno como veas...

domingo, 8 de mayo de 2011

Comida NO familiar

Hoy es el cumpleaños de un tío mio y lo ha celebrado invitando a su familia a comer. Supongo que también debería de ir su famila política pero personalemte no creo que encajasemos. Así que allí acabamos, sentados mi madre, mi padre y yo al final de una mesa de 18 personas de las que conocía a 8 como mucho.
La comida era un sitio llamado el "celador de las monjas" o algo parecido(personalemente no creo que se llamase así, pero no me acuerdo bien). El restaurante quedaba en Pastrana, que no está precisamente cerca de Madrid. Mis padres y yo fuimos hasta allí en coche y llegamos con un retraso de una hora, una enorme abolladura en el coche y el consecuente cabreo de mi padre.
Yo, un ser humano con millones de años de evolución detras de mi, al llegar y ver el panorama no se me ocurrió nada mejor que hacer un saludo militar,gracias a Dios casi nadie me vió. Había pretendido evitarme los besos y comentarios de las abuelas y desconocidos de aquella mesa, pero nada, me tocó dar el voltio a la mesa sonriente y dando besos. Todo tiene su lado bueno y cuando acabe mi recorrido ya no estaba tan palida puesto que llevaba un poco de maquillaje que se había transferido a base de besos y abrazos.
El resto de la comida transccurrió como suelen trascurrir las comidas familiares, comimos bien y ya hacía el final de la comida uno de mis primos decidió bajar al baño y al salir del saloncito en el que estabamos dió un salto y se empotro la cabeza contra el marco de la puerta, muy pequeña y seguro que muy vieja.

lunes, 2 de mayo de 2011

Capitulo 2.

-¿Cómo una chica como tú ha llegado hasta aquí?-preguntó él.
-Soy de aquí, de por ahí arriba en el monte.
-y ¿a qué te dedicas?
-Soy fotógrafa- respondió Verónica.- pero no de lo típico...mira- dijo parando junto a un quiosco y señalando un periódico. La fotografía mostraba el resultado de un terrible incendio en el sur de la península.- Esta es mía. Yo lo llamo “dramatizar” se trata de sacar la mejor fotografía del peor suceso. Básicamente exagerar.
-Yo...soy camarero, como supongo que habrás notado. Como Raquel.- Verónica se quedó parada en seco.- Vamos, ¿acaso no vas a entrar en el lugar donde trabaja tu hermana? Tranquila, ahora estará en casa con sus niños gritones, solo hace el turno de mañana. Sirve el desayuno a mi padre. ¿sabes? Ella me consiguió el trabajo, soy ingeniero pero mi empresa quebró y me quede en la calle. Tuve que volver con mis padres y ella me ayudo mucho.
Él no conocía a Verónica pero de haberlo hecho sabría que no le estaba escuchando puesto que cuando no le importaba lo que la gente decía y quería darlo a entender se giraba para encender el cigarrillo.
-No necesito que me digas como es mi hermana.
-Yo solo digo que es una chica extraordinaria y no creo que se mereciese ese trato.
-pues no tienes ni idea. Dime ¿cuantas cosas te ha contado mi hermana sobre mi? Pocas o ninguna. Si le dije lo que dije fue porque ella se lo buscó, por meterse donde no la llaman...Mira, yo no encaje nunca en los planes de mi familia. Mi madre pretendía buscar un buen marido rico para Raquel y yo tendría que buscarme un trabajo. Por eso me fui y no pienso volver, es una estupidez mezclarte con gente con la que no encajas.
-Supongo, pero por eso no dejan de ser tu familia.
-Tuve que vender ropa para comprar mi primera cámara. ¿por qué me molesto? No tienes derecho para opinar sobre mi vida.
Con aquella frase terminó esa conversación y comenzó otra. Primero hablaron sobre el tiempo, después sobre política y ya al final de la ciudad. Durante la conversación cambiaron varias veces de sitio y de bebida. Al final de la noche Diego pudo comparar a las dos hermana, eran completamente distintas. Cuando se despidieron ambos estaban borrachos, eran las cuatro de la mañana y ya no quedaba ni un solo bar abierto. Diego sabía que al día siguiente tendría que trabajar asique decidió irse antes de las cinco.
-Venga, solo un sitio más, te lo prometo.- dijo ella.
-llevas horas prometiendomelo
-pero esta es la buena.-respondió Verónica.-te prometo que esta promesa es de verdad.
Ambos estallaron en carcajadas.Diego disfruto mucho tal vez era el alcohol, tal vez el sueño o tal vez que era la primera vez que hacía algo como aquello, pero se sentía tremendamente atraído por Verónica. Ella se tambaleaba delante de él, cogiéndole de la mano y andando hacía el último bar. Se dejó llevar.

domingo, 1 de mayo de 2011

Falta de organización y sus consecuencias.

Estoy en medio de una crisis, ¿por qué? porque soy tonta convencida y con ganas. Hace un rato publiqué una cosa en la que llevaba tiempo "trabajando" el caso es que tenía unas anotaciones de algo que se me había ocurrido para seguir ¿donde? ni idea, recuerdo apuntarlo en papel blanco. TODOS los cuadernos que tengo que no sean de estudiar son de hojas blancas sin cuadros ni rayas para poder dibujar.
He buscado por todas partes, ni rastro, no se que hacer, bueno obviamente lo volveré a pensar y a escribir. Que pesadez. Bueno intentaré sacar tiempo de donde sea...

Cápitulo 1

La carretera serpenteaba entre los árboles, que fuertes y vigorosos extendían sus ramas hacía el cielo. Se notaba la humedad en el ambiente, tal vez por la cercanía al mar o por lluvia que había castigado a la tierra y sus habitantes durante la noche anterior. Pese a las altas probabilidades de lluvia un coche descapotable recorría la carretera a cierta velocidad. Su conductora había quitado la enorme capota como si quisiese desafiar a los elementos. El viento del norte revolvía sus cabellos rubios y se llevaba el humo de su cigarrillo. Conducía despreocupadamente como si nada le importase, ni el límite de velocidad, ni la prohibición de fumar al volante, ni la lluvia, ni conservar su propia vida. Nada le importaba mientras tuviese su coche, un cigarrillo y su cámara. Tomó un desvió y entro a un pequeño pueblo, observo las casas que pasaban rápidamente a su alrededor todas de piedra y no muy altas, típicamente gallegas. En pocos minutos salió del pueblo y entró en otro. Disminuyó un poco la velocidad conforme se acercaba a la zona de Sangejo, donde siempre había muchos turistas. Tras un rato de callejear aparcó, puso la capota y se fue. Anduvo durante un rato hasta llegar a una amplia terraza con vistas al mar y sombrillas blancas. Una mujer muy parecida a ella se levantó y la saludó.
-Bueno, por fin llegas, pensé que te habría surgido algo más importante que hacer.- dijo la mujer que estaba esperando.
-¿Más importante que ver a mi hermana a quien no veo desde hace casi 9 años?- dijo sarcasmo- Tranquila, en el fin del mundo no suele haber cobertura.
-Tan amable como siempre-susurro su hermana mientras le indicaba que se sentase.-por favor, Verónica.
-No pretendo quedarme a comer.- dijo Verónica secamente.
-Algo más importante que hacer- adivino su hermana
-Hay mil cosas mejores que hacer, Raquel.- Dijo Verónica tomando asiento.
-Bueno ¿qué es eso que querías decirme? Te recuerdo que tú eres la razón de que estemos aquí.
-Yo solo quería hablar, no necesitaba verte, Raquel. Verás he venido a España por una razón por la cual me habría gustado saltarme esta visita. Y he sabido algo que creo que debes saber y que sería más adecuado que tú transmitieses a la familia. He venido para ver al mata-sanos, ese que era amigo de papá, el gordo, calvo...¿sabes cual digo? Bueno da igual...El caso es que resulta que estoy enferma.
Por toda respuesta Raquel rompió a reír. Recordaba que a Verónica le gustaba hacer bromas de mal gusto.
-Muy bien ahora en serio, ¿qué te ha dicho el médico?
-Me ha diagnosticado Hepatitis...B.
Raquel se quedo helada y durante un momento fue como si su corazón no latiese. Verónica esperó una respuesta pero al no haberla desvió la mirada hacía la costa y encendió otro cigarrillo.
-¿como puedes decir algo como eso así, sin sentimiento alguno? Deja esa mierda ¡Joder!- grito Raquel levantándose y tirando al suelo el paquete de tabaco.-¿es que no te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡Todo te importa una mierda! Lo único que quieres es pasártelo bien en el momento y no piensas en el futuro.
Verónica se levanto y recogió la cajetilla mientras decía.
-No pienso permitir que mi hermana pequeña me de lecciones de como vivir.
-¡Solo quieres ir contra corriente! ¿acaso no aprendes nunca? ¿No podías ser como los demás buscarte un trabajo normal y una familia?
-¿Como hiciste tú?¿como hizo mama? Sabes que no quiero eso, que no aguantaría ceder mi vida a niños gritones y acabar trabajando de camarera como haces tu o limpiando escaleras como mama. ¡Sabes que no aguantaría vivir como todos esos miserables atrapados en su rutina! Lo siento por ti si envidias que yo haya hecho algo grande e importante. ¡Si este es el precio que tengo que pagar por vivir como quiero que venga la muerte y me lleve ahora mismo, no me arrepiento de nada!
Con todas aquellas palabras descargo su ira contra su familia venida a menos e hirió profundamente los sentimientos de su hermana. El rostro de Verónica permaneció impasible, con el ceño parcialmente fruncido pero Raquel tenía lágrimas en los ojos.
-¡No pienso ayudarte en nada! Tú sólita contarás a mamá lo que te pasa. ¡Ya eres mayorcita!
Por toda respuesta Verónica exhaló el humo de su cigarrillo en el rostro de su hermana y esta salió corriendo.
Verónica observó como su hermana se iba, huyendo como una niña pequeña, como siempre.
-Mierda...Ponme un café, por favor.-dijo refiriéndose a un camarero que estaba cerca.- Bien cargadito.
Tras un momento llegó el café y lo bebió, sin azúcar y sin leche. Pidió otro y otro, después una botella de vino. Verónica pasó lo que quedaba de tarde allí sentada. Después cenó y por último el camarero que la había atendido se acercó a ella y le pidió amablemente que se fuese. Ella estaba distraída y no entendió ni una palabra.
-Vamos a cerrar -repitió él despacio.-Son las 12, entre semana cerramos a las 12...pero...¿aceptaría si la invito a una copa en aquella terraza de enfrente?
Verónica sonrió y se levantó.
-De acuerdo, pero antes necesito ir ir al coche...a por la chaqueta, que refresca...
Lo cierto es que quería ir a por tabaco, después de toda la tarde sentada en esa terraza se había quedado sin reservas
-Aquí te espero. Así aprovecho para cambiarme y acabar de recoger...-dijo él mientras se iba. Era un hombre joven, debía de rondar los treinta y pocos años, de aspecto era bastante normal. Era alto, muy alto.
Ella se fue y volvió al cabo de un rato, con la chaqueta y con un cigarrillo entre los dedos.
-Bueno...a todo esto no nos hemos presentado. Me llamo Diego.
-Encantada, yo soy Verónica.