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domingo, 29 de mayo de 2011

Capitulo 5.

Habían pasado ya un par de semanas desde que Verónica volvió de Galicia. Durante este tiempo había disfrutado de unas vacaciones forzadas puesto que estaba en uno de esos periodos de tiempo en los que nada malo ocurría en el mundo y mientras el resto de fotógrafos de moda se divertían en fiestas y desfiles Verónica no podía hacer más que entretenerse escuchando pajaritos. Después de pasar el día de exposición en exposición, dio un largo paseo hasta un restaurante del centro. Verónica no era la clase de persona a la que le gustaba llegar pronto y normalmente era de todo menos puntual. Sin embargo no tenía nada mejor que hacer. Llegó al restaurante sobre las 9,en esa época del año ya era noche cerrada. Quedaba casi una hora para que la gente con la que iba a cenar llegase así que con mucho disimilo pasó de largo la puerta del establecimiento y continuó caminando. Tres cuartos de hora más tarde volvió a pasar frente al restaurante, bajo la atenta mirada del aparcacoches, comprobó la hora y entró. El restaurante, en cuestión, era un local amplio con mucha luz y mesas muy separadas y espaciosas. El comedor estaba en la planta alta mientras que abajo había un pequeño bar. Era un restaurante de comida india y estaba decorado con pequeñas figuras colgadas en las paredes. Esperó hasta las 10 y un minuto más tarde llegó Leonardo acompañado de Mario. Leonardo y Mario eran una pareja de homosexuales que se habían casado hace un tiempo y que acababan de adoptar un hijo. Esa adopción era la razón por la que habían propuesto la cena, aunque solo ellos dos lo sabían. Leonardo reaccionó con su habitual desparpajo al ver a Verónica y se abalanzó a darle dos besos, Mario sin embargo se limitó a darle una palmadita en la espalda. Se sentaron todos a la mesa mientras escuchaban como Leonardo contaba por que había escogido ese sitio. Un rato más tarde se unió Ana, hermana de Mario y por último con casi media hora de retraso llegó Rebeca. Al llegar Rebeca Verónica recibió una pequeña colleja.
-¿Justo hoy tenías que llegar pronto?-preguntó Rebeca mientras se sentaba junto a ella.-Perdonad, estaba un poco liada, algunos tenemos que trabajar. ¿Verdad, Leo?
Leonardo por toda respuesta dirigió una mirada desagradable a la recién llegada por dos razones, la primera por haberle llamado Leo cosa que odiaba y la segunda por que él era pintor y Rebeca se negaba a aceptar eso como una profesión. Rebeca era una persona extremadamente interesante y extraña. Rica de familia había heredado una marca de coches la cual dirigía personalmente y estaba dispuesta a convertirla en oro. Era una mujer muy alta, de ojos y piel claros. Iba siempre vestida de traje, normalmente negro, con un bastón. La razón por la cual llevaba aquella larga, negra y fina muleta era puesto que tras muchas operaciones su pierna derecha había quedado gravemente debilitada y le producía una terrible cojera. Era una persona llena de historias y que siempre estaba dispuesta a ser el centro de atención.
Comenzaron la cena, pidieron sus platos y hablaron. Hubo un par de conversaciones superfluas hasta que finalmente todos hablaron sobre lo mismo. Verónica se recostó sobre su asiento y observó a su alrededor. A su derecha se sentaba Rebeca que hablaba gesticulando mucho, junto a ella, Leonardo aspecto cuidado y mucho más afeminado que su pareja. Leonardo tenía el pelo oscuro y largo, cuidadosamente peinado, a su lado cogiéndole la mano se sentaba Mario un hombre alto con el mismo aspecto cuidado y una impecable y siempre presente sonrisa. Y junto a él su hermana Ana una chica pequeñita y sonriente, agradable y callada.
Como era de esperar la conversación se volcó en el pequeño retoño recién adoptado. Se llamaba Martín y según sus orgulloso padres era “la criatura más bella del mundo” ninguno de los que se sentaban a la mesa pudo evitar reírse al escuchar las orgullosas palabras de Leonardo al escucharle hablar de “el más bello de los ángeles” que venía “de un organismo de adopción en linea directa con Dios”.
-Reíros si queréis, pero mi pequeño cachorrito será bautizado el mes que viene bajo los ojos de Dios.- Más risas vinieron tras ese comentario. Pero Leonardo siguió hablando sin hacer caso a las risas, señalando a todos con un dedo fino y blanco.- y todos vosotros estáis invitados y debéis traer acompañante, menos tú ,cariño. -Dijo girándose hacia Mario y dándole un largo beso.- Sobre todo tú , Verónica.
-Ah, si...sobre eso lo he pensado mejor y no quiero...el honor de ser la madrina de tu cachorrito.
-¡¿QUÉ?!-gritó Leonardo.-No puedes hacer eso, ¡diste tu palabra! Esto no funciona así.
Leonardo siguió hablando en tono alterado y Verónica no se molestó en negar que su acción estaba mal.
-Vamos, Leo, no te pongas así. Si Verónica es escoria y no sabe cumplir sus promesas es problema suyo.-dijo Rebeca sarcásticamente.
-¡tú te callas!-respondió Leonardo. -No intentes que me desvié del tema que siempre haces lo mismo.
Mario observaba a Verónica quien había desconectado de la nueva discusión y colocaba los cubiertos:
-Cariño, no pasa nada, buscaremos a otra madrina, mi madre puede ser la madrina, seguro que esta encantada.-Leonardo profundamente indignado se levantó y declaró que había acabado su amistad con Verónica y con Rebeca:
-¡Para siempre! Se ha acabado nuestra relación.

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